Unicef advierte por la pobreza menstrual
Edición Impresa | 2 de Junio de 2024 | 05:08

De acuerdo con UNICEF, en el mundo más de 1.800 millones de personas menstrúan, pero a 500 millones de ellas se les niega el acceso a instalaciones seguras y a los productos sanitarios que ayudan a manejar sus períodos de manera saludable.
Además, 1 de cada 3 adolescentes en América Latina falta a la escuela de manera regular por no contar con implementos adecuados para gestionar de forma digna su periodo menstrual: agua limpia, ropa interior adecuada y toallitas sanitarias, tampones o copas menstruales. En lugar de ello tienen que recurrir a medias, trapos o papel, una situación nada digna y que afecta su autoestima, frenando así sus oportunidades educativas y desenvolvimiento social.
Al respecto, Natalia Haag, Directora de Testeo y Prevención de VIH de AHF Argentina explica: “No siempre las personas pueden acceder a los medios correspondientes de higiene menstrual o contar con instalaciones de baño seguras. Por este motivo, es vital vincular la salud menstrual a políticas de estado y considerarlo como un derecho que debe ser garantizado económicamente y aceptado socialmente sin tabúes”.
De acuerdo con un estudio del Instituto CEERI, en la región de América Latina y El Caribe, solamente 9 de 31 países consideran a los productos de higiene menstrual como productos de primera necesidad. “En 2018, Colombia se convirtió en el primer país de América en eliminar el impuesto del valor agregado (IVA) del 16% de los productos de higiene menstrual, seguido por México en 2022. Por el contrario, Chile gravó estos productos con un 19%, el segundo más alto en la región, por detrás de Uruguay con 22% de gravamen”, detalla el estudio.
Esta semana se celebró el Día de la Salud Menstrual en todo el mundo.
En nuestro país más de 12 millones de niñas, adolescentes, mujeres, varones trans y no binaries menstrúan. Sin embargo, los productos de higiene menstrual pueden ser hasta un 50% más costosos que el promedio de productos de la canasta básica. Los obstáculos económicos que se experimentan en el acceso a estos productos (toallitas, tampones, copas u otros), así como los tabúes sociales alrededor de la menstruación, tienen consecuencias en su salud, educación y bienestar general de las personas menstruantes.
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