Con un inhibidor, vacían un vehículo en City Bell
Edición Impresa | 11 de Agosto de 2024 | 02:46

El modus operandi que requiere el uso de dispositivos capaces de desactivar la seguridad de los automóviles mediante la emisión de ondas electromagnéticas nuevamente puso en jaque a un conductor.
En esta oportunidad, el damnificado resultó ser un médico del Hospital Noel H. Sbarra, quien a raíz de este atraco no sólo perdió objetos de valor sino también valiosísima información referente a su labor como profesional de la salud.
Tal fue la astucia de los delincuentes que el doctor recién se dio cuenta de que había sufrido esta pérdida en horas de la tarde cuando se dirigió a su domicilio y quiso bajar sus pertenencias.
Es que los denominados inhibidores de alarmas, como se conoce en la jerga delincuencial a los dispositivos fabricados por hampones especializados en electrónica, no emiten ruidos por lo que su detección es muy difícil.
Su aplicación puede darse en diferentes ámbitos. Está probado que puede interceptar señales como las que se envía de un control remoto a un equipo de audio o televisión y también las comunicaciones que se dan por radiofrecuencia.
Los hampones, siempre un paso adelante en el arte de engañar, han sabido sacarle provecho a estas emisiones dando nuevamente pruebas cabales de cómo un invento, descubrimiento o aplicación con la potencialidad de beneficiar a la población puede utilizarse de forma negativa.
Dentro de la amplia gama de aparatos potencialmente “hackeables” se encuentra también el sistema de cierre automático y la alarma de los vehículos.
Quienes se dedican al robo de autos conocen a la perfección el funcionamiento de este mecanismo. La modalidad, para que resulte efectiva, exige cierta proximidad a la víctima.
Cuando el conductor envía a su auto la señal para activar el cierre de puertas y la alarma, los ladrones generan una interferencia.
Los únicos que logran “salvarse” son aquellos que, ante la ausencia del pitido que confirma la acción, deciden regresar a sus coches para cerrarlos con llaves.
En ningún momento quedan expuestos quienes tienden la trampa.
Pero aquellos que descienden apurados de sus coches para cumplir con sus diligencias por lo general terminan siendo quienes no se percataron de la ausencia del pitido y por lo tanto los que sufren severas pérdidas materiales.
Ese fue el caso del médico que estacionó su Nissan Versa en Camino Centenario entre 502 y 503. Según pudo averiguar este diario, el profesional se dirigió a la sucursal del Banco Santander ubicada a pocos metros para realizar una serie de trámites.
Al cabo de unos minutos retornó al lugar, se subió a su unidad y se dirigió a su domicilio con la intención de cumplimentar el itinerario que se había trazado.
Fue en ese momento que se dio cuenta de que su mochila no se hallaba donde él la había dejado. Todo apunta a que el robo se produjo durante ese espacio de tiempo en el que se dirigió a realizar el trámite en la entidad bancaria.
Además de una notebook, le sacaron un token de seguridad vinculado a su actividad y documentación. Esto generó que, pasadas las 19 horas, comenzará a hacerse realidad la peor de las pesadillas.
Los individuos habían comenzado a usar las tarjetas. Inmediatamente se comunicó a su banco y las desactivó pero durante varias horas debió observar cómo llegaban a su teléfono las notificaciones de rechazo de operación. Con esta acción los aparentemente inexpertos hampones dejaron rastros que en las próximas horas podrían ser determinantes para la investigación y para su captura.
No es la primera vez que tiene lugar una situación de este tipo en ese sector. El pasado 20 de julio, una mujer que se dirigió al mismo banco a cobrar la jubilación de su madre se topó cara a cara con un sujeto que estaba hurgando en el baúl de su coche.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE