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El Mundo |Los problemas del gigante asiático

China no parece poder sacar a su economía del estancamiento

El país no crece al ritmo esperado. Exceso de producción a muy bajo costo y atraso tecnológico, algunas de las claves

China no parece poder sacar a su economía del estancamiento

Visitantes en un shopping de Beijing / AP

25 de Agosto de 2024 | 02:29
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La economía china está estancada. Tras la decisión de Beijing, a fines de 2022, de poner fin abruptamente a su draconiana política de “cero Covid”, muchos observadores asumieron que el motor de crecimiento de China se reactivaría rápidamente.

Tras años de confinamiento por la pandemia que paralizaron virtualmente algunos sectores económicos, se suponía que la reapertura del país desencadenaría una importante recuperación. Pero no fue así, debido a un desempeño lento del PBI, una caída de la confianza de los consumidores, crecientes enfrentamientos con Occidente y un desplome de los precios inmobiliarios que ha provocado la quiebra de algunas de las empresas más grandes de China. El mes pasado, los datos oficiales chinos revelaron que el crecimiento del PBI estaba quedando por debajo del objetivo del gobierno de alrededor del 5%.

Para explicar este sombrío panorama, los observadores occidentales han propuesto diversas explicaciones, entre ellas la persistente crisis inmobiliaria de China, el rápido envejecimiento de su población y el control cada vez más estricto de la economía por parte del líder chino Xi Jinping y su respuesta extrema a la pandemia. Pero hay un factor más duradero que explica el estancamiento actual, que es más profundo que el creciente autoritarismo de Xi o los efectos de un mercado inmobiliario en caída: una estrategia económica que lleva décadas dando prioridad a la producción industrial por sobre todo lo demás, un enfoque que, con el tiempo, ha dado lugar a un enorme exceso de capacidad estructural.

Durante años, las políticas industriales de Beijing llevaron a una sobreinversión en instalaciones de producción en sectores que van desde las materias primas hasta las tecnologías emergentes, como las baterías y los robots. En síntesis, en muchos sectores económicos cruciales, China está produciendo mucho más de lo que ella misma o los mercados extranjeros pueden absorber de manera sostenible.

Como resultado, la economía china corre el riesgo de quedar atrapada en un círculo vicioso de caída de precios, insolvencia, cierres de fábricas y, en última instancia, pérdida de empleos.

La reducción de las ganancias ha obligado a los productores a aumentar aún más la producción y a aplicar mayores descuentos a sus productos para generar efectivo con el que pagar sus deudas.

Además, a medida que las fábricas se ven obligadas a cerrar y las industrias se consolidan, las empresas que quedan en pie no son necesariamente las más eficientes o las más rentables. Por el contrario, los sobrevivientes tienden a ser los que tienen mejor acceso a subsidios gubernamentales y financiamiento barato.

Desde mediados de la década de 2010, el problema se ha convertido también en una fuerza desestabilizadora del comercio internacional. Al crear un exceso de oferta en el mercado mundial de muchos bienes, como el caso de los autos eléctricos, las empresas chinas están haciendo que los precios caigan por debajo del punto de equilibrio para los productores de otros países. Así, el exceso de producción e importación ha llevado a que EE UU y la Unión Europea hayan decidido aplicar gravámenes para proteger sus industrias nacionales.

Otro punto a destacar en este estancamiento chino es el atraso tecnológico. Las grandes compañías digitales chinas han sido el orgullo nacional en los últimos años. Magnates como Jack Ma, presidente de Alibaba Group, o Ma Huanteng, fundador de Tencent Holdings, han sido favorecidos por Beijing y, salvo por la censura de contenidos, han triunfado libres de regulación, en un entorno ventajoso sin competencia directa de actores extranjeros. Sin embargo, se han vuelto demasiado poderosas e independientes para lo que el gobierno chino puede admitir. Y vienen cerrando sus balances a pérdida.

Por su parte, Gerald Yin, CEO de AEMC (una firma de microchips china), reconoció que China lleva cinco generaciones de retraso en la carrera de los chips electrónicos. Esto, en resumidas cuentas, implica que el país asiático está cinco años por detrás de los avances de regiones como Estados Unidos, país que puede presumir del impacto de firmas como Qualcomm o Apple.

De esta forma, que Yin haya compartido estas declaraciones de forma pública es realmente sorprendente, ya que las mismas revelan que la región asiática está muy por detrás de Estados Unidos en un campo que consideran clave para el futuro tecnológico.

 

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