¿Armas nucleares para desviar asteroides?
Edición Impresa | 29 de Septiembre de 2024 | 03:00

La humanidad podría recurrir a las armas nucleares para desviar el curso de un asteroide que se dirija hacia la Tierra, plantearon científicos en un experimento de laboratorio que consistió en bombardear con rayos X un objetivo del tamaño de una bolita.
El mayor ensayo a escala de defensa planetaria se realizó en 2022, cuando la nave DART de la Nasa impactó y alteró la trayectoria de un asteroide de 160 metros de ancho.
Pero esa estrategia podría no ser suficiente para un objeto más grande, como Chicxulub, un asteroide de unos 10 km que impactó la tierra hace 66 millones de años y sumió al planeta en un invierno que exterminó las tres cuartas partes de las especies terrestres, incluyendo los dinosaurios.
Investigadores estadounidenses publicaron en el curso de la última semana en la revista Nature Physics un experimento sobre un modelo de asteroide de 12 milímetros de ancho, que fue sometido a una ráfaga de rayos-X en Sandia National Laboratories de Albuquerque, en Nuevo México.
La máquina es capaz de producir “el haz más brillante en el mundo”, afirmó el principal autor del estudio, Nathan Moore, que trabaja en el laboratorio.
Lo esencial de la energía producida por una explosión nuclear está bajo forma de rayos-X. Y en el espacio, donde no hay atmósfera, no habría ni onda ni bola de fuego.
Como el motor de cohete
En el laboratorio de Sandia, los rayos X pulverizaron la superficie del miniasteroide y el objetivo fue propulsado en dirección opuesta. Actuando así como el “motor de cohete”, según Moore, la prueba envió el objetivo a 250 km/h, confirmando “por primera vez” teorías que predecían tal efecto.
Los investigadores utilizaron dos tipos de miniasteroides, uno hecho de cuarzo y otro de una aleación de sílice. Y concibieron un modelo para concluir que una explosión nuclear sería suficiente para desviar el rumbo de un asteroide de cuatro kilómetros de diámetro. A condición de detectarlo con suficiente antelación...
El modelo utilizado supone una bomba de un megatón, más de 60 veces más poderosa que la de Hiroshima, que debería estallar a unos kilómetros de su objetivo, pero a millones de kilómetros la Tierra.
Realizar esta experiencia en condiciones reales sería peligroso, carísimo y contrario a todos los tratados internacionales
Pero nada impide estudiar el asunto y “prepararse a todos los escenarios”, explica Moore.
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