Chichón sin culpable

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

 

MEDICO.- Al final, el médico Federico Saavedra, tan esperado, declaró sobre el moretón en el ojo de Fabiola: fue, según dijo, un golpe sin derecho de autor que puede ser calificado como violencia de género o percance en la cama grande, tipificación imprecisa que por supuesto lleva agua al molino del acusado. Saavedra, encargado de cuidar la salud de la pareja presidencial, no hizo ninguna revelación, aunque aportó un par de detalles significativos. ¿Le pego o se cayó? Saavedra no aclaró nada. Quizá, a cuatro días del suceso (porque Saavedra en esos días padecía Covid y no concurrió a Olivos), no sea fácil ponerle marca personal a ese golpe. Las imágenes no bastan. Declaró que cuando fue a revisarla, pudo constatar el moretón de Yáñez, aunque agregó que ni el color ni el tamaño se correspondían con el hematoma de las fotos que figuran como prueba en el expediente, donde se lo ve mucho más grande. ¿Fue un chichón editado? Cuenta que cuando le preguntó a Fabiola, que en ese momento estaba acompañada por el ex presidente, cómo se había producido aquella lesión, ella sólo respondió: “Fue un golpe involuntario accidental, en la cama”. Aclaró Saavedra que no advirtió otros golpes y dijo que nunca había presenciado escenas de violencia en la pareja. Fueron declaraciones habrán aliviado a la defensa, aunque el profesional también agregó que Fabiola “no sufría patologías, adicciones o enfermedades que requiriesen tratamiento”, desalentando a los que la acusan de ser una mujer alcohólica que fabricaba palizas para disimular borracheras. Por ahora, bofetadas y alcoholismo en suspenso trajeron estos primeros episodios de la serie “El cumpleaños maldito”.

Olivos en cierta medida fue y es tierra de grandes cuchicheos y pecados. Sus patrones ocasionales saben que son ellas, las visitantes fuera de programa, las que ofrecen reserva, alivio y placer al ocupado presidente de turno. Las clandestinas guardan secretos, porque las señoras de la casa, apenas se convierten en primeras damas, se vuelven curiosas y desconfiadas, a diferencia de las visitantes, bien adiestradas a la hora de escabullirse sin dejar rastros. La historia ha mostrado que hay un culto sobre la superstición de la zorra, que es la mujer que guarda los secretos antiguos y los misterios gozosos del cuerpo, del sexo y de las urgencias. En la antigüedad esas novias de una sola noche aprendían que el silencio era parte de su encanto, mientras las dueñas de casa se contentaban con disfrutar la cuota de calma, ocio y recepciones. Olivos acredita una tradición de furtivas que, en audiencias de madrugada, le alegraron más de un entresueño a los mandatarios de turno. Hasta ahora en la lista de testigos no aparece ninguna de las señoritas que desvelaban a ese inquieto amo de Dylan que cada noche dejaba su cucha para ir a ladrar lejos de casa.

ASESORES.- Seguramente los legisladores provinciales, tan sobrados de chocolates benefactores, se habrán sentido hermanados con Bartolomé Abdala, el senador libertario super asesorado que con camiseta anti casta nombró una veintena de amigos para que le hagan campaña en San Luis. Es un sincericida nefasto que orilla la figura del desfalco patriótico, un desliz tan criollo. Su único proyecto es ser gobernador. Abdala es un puntano con punteros subsidiados desde el Congreso que desafiando la malaria de estos días apela a los fondos públicos para lanzarse en busca de una gobernación donde el Alberto y el Adolfo Rodríguez Saa se repartieron juiciosamente despachos, odios, preferencias, amigos y enemigos. Abdala, sólo sabe alardear. Su fajina gastadora le dio forma a una nueva casta, más lastimosa y descarada. Habló de más . Evidentemente le faltó nombrar un asesor que le enseñe silencio.

 

Ese inquieto amo de Dylan que cada noche dejaba su cucha para ir a ladrar lejos de casa

Pero las estrellas de la semana fueron Javier Milei y Cristina Kirchner, en un durísimo intercambio de reproches sobre la política y la economía. Con dos egos superlativos, ninguno de los dos está en condiciones de admitir algo que empañe su valoración de gobernantes magníficos. En una semana donde reaparecieron Firmenich, los mensajes explosivos y el Gobierno mandó a la cucha a los periodistas por preguntar sobre lo que cuestan los pichichos reseteados de Olivos, el debate entre Javier y Cristina, insustancial y ruidoso, terminó acaparando toda la atención.

Ver un futuro prometedor en semejante escenario, es ver demasiado.

 

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