Un viaje por los mejores libros de ciencia ficción hechos por argentinos
Edición Impresa | 19 de Enero de 2025 | 03:57

La ciencia ficción argentina ha construido a lo largo de las décadas un corpus literario que trasciende fronteras y desafía los límites de la imaginación. Desde clásicos fundacionales hasta obras contemporáneas, este género ha encontrado en el país un terreno fértil para explorar lo humano a través de lo fantástico, lo tecnológico y lo alienígena. En este recorrido, destacan algunos de los títulos más emblemáticos y leídos de autores argentinos que han marcado hitos en el género.
Hablar de ciencia ficción en Argentina implica comenzar con Adolfo Bioy Casares, quien, con La invención de Morel (1940), inauguró un estilo que combina la sofisticación filosófica con la intriga narrativa. Esta novela, que relata la experiencia de un fugitivo en una isla dominada por una extraña tecnología capaz de recrear la realidad, es considerada una obra maestra que sentó las bases para futuras incursiones en el género.
Otra joya de Bioy Casares es La trama celeste (1948), una colección de relatos que desafían las leyes de la lógica y el tiempo, llevando al lector a cuestionarse la naturaleza de la realidad. En estas páginas, el autor despliega su habilidad para conjugar el rigor literario con una imaginación desbordante.
Si de iconos se trata, El Eternauta (1957-1959) de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López es, sin duda, un hito insoslayable. Esta historieta, que retrata una invasión extraterrestre desde la óptica de un grupo de sobrevivientes en Buenos Aires, trascendió su género para convertirse en un símbolo cultural y político. Con una narrativa que mezcla acción, suspense y reflexión social, El Eternauta sigue siendo un referente indispensable tanto en la literatura como en el cómic.
En la década de los 80, la escritora Angélica Gorodischer marcó un antes y un después con Kalpa Imperial (1983), una obra que narra la historia de un imperio ficticio a través de relatos entrelazados. Con una prosa que evoca las tradiciones orales y una imaginación deslumbrante, Gorodischer logró conquistar lectores en todo el mundo, consolidándose como una de las voces más originales de la ciencia ficción argentina.
Otro nombre esencial es el de Carlos Gardini, quien con Sinfonía cero (1984) exploró los límites de la ciencia ficción en relatos que combinan una profundidad filosófica con tramas absorbentes. Esta novela corta es un ejemplo brillante de la capacidad de la ciencia ficción para abordar cuestiones universales desde perspectivas innovadoras.
Por último, merece mención la antología La ciencia ficción en la Argentina. Antología crítica (1985), compilada por Marcial Souto. Este volumen reúne relatos de autores como Alberto Vanasco, Ana María Shua y Eduardo Goligorsky, ofreciendo un panorama diverso y rico de las tendencias y exploraciones temáticas en el género.
El universo literario de la ciencia ficción argentina no solo se nutre de las preocupaciones propias de su tiempo, sino que también dialoga con los grandes temas de la humanidad: la naturaleza del ser, la ética del progreso y la complejidad de las relaciones humanas. En cada una de estas obras, los autores no solo imaginaron futuros posibles, sino que también invitaron a reflexionar sobre el presente, dejando un legado que sigue inspirando a nuevas generaciones de lectores y escritores.
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