Gimnasia volvió a perder y el Bosque fue una caldera

A pesar de que intentó jugar de otra manera, a medida que los refuerzos se fueron quedando sin nafta mostró su peor imagen y el Ciclón se quedó con el festejo final

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Facundo Aché

fache@eldia.com

La caída de Gimnasia en el Bosque dejó las peores sensaciones: la de una situación que parece irreversible con apenas dos partidos disputados. Ayer, Marcelo Méndez dejó de lado el dogmatismo táctico, metió mano en el equipo con titularidades para algunos refuerzos, con varios jugadores con buen pie para asociarse. Más fútbol, menos vértigo. Sin embargo, el triunfo de San Lorenzo 2-0 (con nada, porque el equipo de Russo transitó el partido a la espera del error rival) desnudó la impotencia de un equipo que, haga lo que haga, termina siempre en el mismo resultado, la derrota.

Ya no aparecen las palabras para explicar como este equipo perdió la intensidad, el juego, la actitud y ahora es un híbrido que juega más o menos como el rival se lo permite, hasta que el menor golpe lo deja nocaut. Un equipo con mandíbula de cristal que es casi imposible de descifrar a la hora de intentar contestar la pregunta más vieja del fútbol: ¿a qué juega?

Con algunas caras nuevas en el equipo, Marcelo Méndez cambió tácticamente con un 4-3-1-2, con Júnior Moreno como volante defensivo y el Pata Castro más adelantado para abastecer a la dupla ofensiva Briasco-Castillo. Con esa estructura, el Lobo manejó más y mejor la pelota, aunque la primera situación de cierto peligro fue un disparo de media distancia de Matías Reali, fácil para Ingolotti.

Ese mejor pie de sus volantes le permitió al conjunto local mejores asociaciones. El Lobo se acercó con un remate de Leandro Mamut desde la puerta del área y con un tiro libre de Briasco, ejecutado muy suave, a las manos del arquero Gill.

Una buena acción de Gimnasia tuvo a Rodrigo Castillo alargando la pelota hacia Juan de Dios Pintado, que desde la derecha envío un centro bárbaro para Norberto Briasco que enganchó la pelota como venía con el pie. El travesaño le negó al Lobo la apertura del marcador y a Briasco su primer tanto con la casaca albiazul.

Cómo contrapartida, Ingolotti le tapó una pelota de gol a Alexis Cuello, que remató desde el área chica tras la falta de coordinación de la dupla Morales-Suso, quienes no pudieron “matar” la jugada.

Gimnasia perdió algo de predominio en el juego y la visita pudo tener más presencia en el centro del campo. Sin embargo, el Lobo tuvo otro acercamiento cuando Cuello cabeceó contra su arco un tiro de esquina de Silva Torrejón.

En el final del primer tiempo, Andrés Herrera ganó de alto tras un tiro libre de Reali y llevó peligro aunque su cabezazo fue sobre el horizontal.

El complemento comenzó con la misma tónica de los primeros 45 minutos, aunque San Lorenzo -ahora con el peligroso Andrés Vombergar- sostuvo una postura más contragolpeadora. A su vez, en el Lobo ingresó Alan Sosa en lugar de Bautista Merlini.

Méndez dispuso los ingresos de Martín Fernández y Manuel Panaro por Moreno y Briasco. Gimnasia continuó mostrándose más ambicioso en el juego, aunque sin claridad en los metros finales de la cancha. Por precaución, también salió Pedro Silva Torrejón, reemplazado por Matías Melluso.

Empujado por su gente, el Tripero lo fue a buscar, pero con balas de fogueo. Y San Lorenzo, que prácticamente no esbozó una idea de generación de juego en todo el partido, se llevó el premio mayor con un cabezazo del ingresado Vombergar, quien sin oposición (notoria falla de Suso, a quien sobró la pelota) metió el cabezazo para el 1-0 favorable a la visita, en una jugada en la que la estructura defensiva albiazul, estática, solamente atinó a mirar la circulación de pelota de la visita.

Desde ahí, Gimnasia perdió la calma y la iniciativa en el juego, mientras el clima se calentaba cada vez más en las tribunas, con cantos contra la Comisión Directiva y los propios jugadores, además de silbidos un tanto más aislados.

En ese contexto, en otro ataque aislado de San Lorenzo, otra vez nadie pudo rechazar la pelota, que le quedó a Emanuel Cecchini -tras un despeje corto de Suso- para poner el 2-0 definitivo.

Desde ese momento, los quince minutos posteriores fueron una expresión dolorosa de un equipo sin brújula, transitando en la segunda fecha del campeonato la sensación de fin de ciclo, mientras los hinchas dejaron de lado la bronca, que se transformó en resignación. A años luz de esa idea original de Marcelo Méndez de un equipo que transmitiera de adentro hacia afuera para que los hinchas se sintieran identificados. Hoy, nada de eso pasa.

¿Alcanzará con la puesta a punto de los refuerzos? ¿Llegarán contrarreloj un par de jugadores que por jerarquía propia levanten la ofensiva del equipo? ¿O todo será pensar que “va a salir bien” lo que hasta el momento, con las mismas recetas, salió mal? La realidad es que Gimnasia es una olla a presión, con una tremenda sensación del hastío de fin de año cuando todavía no terminó enero. Y los hinchas ya no esperan respuestas que se convierten en excusas, sino que desean simplemente que su equipo le brinde alegrías y la chance de pelear por objetivos más importantes luego de años de sufrir por la permanencia en una primera división que se le hace cada año más cuesta arriba.

Marcelo Méndez no encontró mejoras en el equipo, que perdió 6 de los últimos 7 partidos

 

 

 

Gimnasia vs San Lorenzo

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