Pasan los años y en las canteras sigue habiendo quemas a cielo abierto

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Hace diez años se dijo en este diario que el predio limitado por las calles 25 a la 31, desde la 514 a la 519, más conocido como la cantera de Hernández, soportaba desde hacía tiempo humaredas que provenían del incendio de la basura que se arrojaba allí a cielo abierto. Y ahora, una década después, los vecinos acaban de denunciar la misma situación.

El lugar volvió a arder la semana pasada y el problema se tradujo en emanaciones de humo tóxico, propios de foco de polución formado en lo que sigue resultando ser una quema a cielo abierto.

El problema fue expuesto en numerosos reclamos de vecinos del área circundante y también de los comerciantes integrados en la Cámara de Comercio de Hernández. Uno de los directivos de esta entidad dijo que el fin de semana pasado los bomberos fueron al lugar para sofocar las llamas que generaron temor. El olor a quemado volvió a la zona, así como las dificultades para respirar para muchos pobladores.

Según denunciaron los vecinos linderos a la cantera de Hernández, hay gente con los ojos irritados, personas que padecen ataques de tos y menores que debieron ser atendidos en el Hospital de Niños.

Cabe señalar que el predio, en el que históricamente se realizan vuelcos clandestinos de residuos, fue clausurado en diversas oportunidades. También se suceden los incendios. En el caso del siniestro registrado en 2015, hubo llamas durante una semana. Los vecinos reclaman que se realicen controles y se verifique quiénes son los que abandonan residuos en ese lugar.

Al margen de las comprobaciones y actuaciones que puedan labrarse en la Comuna por estos episodios, lo que vuelve a quedar en claro es que hace ya varias décadas que las numerosas canteras existentes en nuestro distrito significan la presencia de un problema extremadamente complejo.

Algunas de ellas resultan ser especialmente peligrosas, pues se han convertido en espejos de agua de gran profundidad, que año tras año cobran la vida de bañistas, o por aquellas otras que constituyen una de las formas de degradación del suelo más características de la zona, en un deterioro que se torna más grave al estar ubicadas en suelos considerados aptos para otros tipos de usos.

Como si todo eso fuera poco, es sabido que en varias zonas se generalizó años atrás la práctica de transformar esos pozos en enormes basurales, con el consiguiente potencial para convertirse en focos de contaminación no sólo superficial, sino también subterránea, en cuanto su profundidad frecuentemente llega hasta las napas de agua, por lo que pueden envenenar los recursos de la Región para la provisión de agua potable, entre otros males.

Numerosos especialistas han insistido en que el tema de las cavas merece atención especial por parte de las autoridades. Ya se ha dicho que la gama de acciones posibles es muy amplia y que, una de ellas, es la que contempla la posibilidad de transformar esos pozos en lugares de esparcimiento, sin perjuicio de que, mientras tanto, se impida el avance de la contaminación y se construyan cercos realmente efectivos, capaces de evitar los peligros existentes.

 

 

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