No se debe relativizar la violencia entre los escolares

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Se ha dicho ya en anteriores oportunidades que las escuelas no existen para que sus patios se conviertan en campos de batalla en los cuales los estudiantes –en el caso que se mencionará aquí- se trató de mujeres, diriman a golpes de puño o a puntapiés cualquier tipo de discusión.

Sin embargo, esto es lo que volvió a ocurrir en la Escuela primaria Nº 15 ubicada en 4 y 63, en cuyo patio se enfrentaron a golpes dos alumnas, desarrollándose así otro caso de extrema violencia según quedó testimoniado en los videos tomados por los celulares y en las consecuencias físicas de la pelea.

El hecho, conforme denunció la madre de la víctima, se produjo el viernes pasado durante el recreo, cuando una alumna de sexto grado fue agredida físicamente por una compañera. Su hija sufrió múltiples traumatismos y debió ser atendida en el Hospital de Niños “Sor María Ludovica”, donde los médicos indicaron reposo domiciliario por dos días.

La madre declaró ante este diario que “las autoridades de la institución minimizaron el episodio y no brindaron respuestas adecuadas”. El colegio, dijo, “le dio más importancia a la no difusión del video que a la agresión en sí misma”. En cuanto al registro audiovisual fue entregado por la madre como prueba ante el Consejo Escolar y en las últimas ediciones fue divulgado por este diario. Sin embargo, desde la escuela habrían calificado el hecho como un “juego de niñas”, algo que la familia de la víctima negó.

En 2023 se registraron en escuelas de la zona seis casos similares, tal como publicó EL DIA que ocurrieron en distintas escuelas. En 2024 hubo también otros seis casos de parecida índole. Menores armados, agresiones, víctimas internadas en hospitales, agresiones con cuchillos, acosos, amenazas entre alumnos, con la intervención de familiares. Fracturas de tabiques, duros golpes en la cabeza, chicos que debieron ser internados.

Ahora, en 2025 el panorama agravó ya que se contabilizan nueve episodios de esta naturaleza en distintos establecimientos. En marzo, una estudiante fue atacada por un grupo de compañeras en la Secundaria Nº 73 de Abasto; en abril y mayo se registraron agresiones a directivos y amenazas con armas de juguete en Villa Elisa y el Colegio Belgrano; en junio, una adolescente de 17 años fue hallada muerta en un caso investigado como posible suicidio vinculado al bullying; en agosto, el Albert Thomas volvió a ser escenario de dos hechos violentos consecutivos que dejaron estudiantes hospitalizados.

Desde hace mucho se evitan las amonestaciones o, llegado el caso, las expulsiones. Muchos consistentes pedagogos aluden a la “inexistencia de límites” para algunos alumnos, como previsible derivación de concepciones demagógicas que desnaturalizan la misión formativa de las escuelas. Está claro que las autoridades educativas debieran buscar mejores rumbos en este tema de la violencia.

 

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