Ida Vitale, la mujer que aprendió a vivir “dentro de los libros”
Edición Impresa | 2 de Noviembre de 2025 | 04:36
A los doce años, Ida Vitale ya intuía que la literatura podía ofrecer más que cualquier realidad posible. En la biblioteca familiar de su casa en Montevideo, la poeta y traductora uruguaya empezó a descubrir ese universo donde las palabras no solo narran, sino que también salvan. Nacida un día como hoy, pero de 1923, y con más de un siglo de vida, Vitale ha hecho de la lectura una forma de existencia, un modo de estar en el mundo incluso cuando el mundo se desmorona.
Su libro La ley de Heisenberg, de la colección Lector&s, revisa ese itinerario lector con la misma claridad que siempre tuvo para escribir: sin estridencias, con una inteligencia luminosa.
Allí se reencuentra con la niña que fue, la que leía con avidez y miedo, capaz de emocionarse con los héroes de Guerra y Paz o de sentirse perturbada por un tratado sobre el tétanos que encontró en la biblioteca médica de un tío. Esa curiosidad insaciable la llevó a preguntarse —siguiendo el eco de Mallarmé— qué ocurre cuando se han leído todos los libros. La respuesta, que Vitale fue construyendo a lo largo de su vida, no fue una de tristeza, sino de descubrimiento: leer nunca se acaba, porque cada lectura abre otra. El final de una historia, entendió, no es clausura, sino promesa.
Esa certeza no la libró de la melancolía que provoca terminar un gran libro. En La ley de Heisenberg, la autora recuerda el vacío que le dejó La montaña mágica de Thomas Mann, una novela que la había habitado tanto que al cerrarla sintió una forma de desamparo. Esa sensación de pérdida —que cualquiera que haya amado una historia conoce— fue para ella una lección temprana: los libros crean mundos que no se apagan del todo cuando la lectura termina, sino que persisten, silenciosos, dentro de quien los ha leído.
El volumen reúne textos, conferencias y ensayos escritos entre los años sesenta y la actualidad, donde Vitale reflexiona sobre autores que la marcaron: desde Sara Gallardo y Nicanor Parra hasta Macedonio Fernández y César Aira. En ellos se percibe su mirada siempre curiosa, capaz de encontrar humor, filosofía y belleza incluso en los desvíos de la lengua. Pero hay algo más profundo: una celebración constante de la lectura como un diálogo interminable entre tiempos, entre generaciones, entre mundos.
Cuando recibió el Premio Cervantes en 2018, a los 95 años, Vitale evocó a Don Quijote y Sancho Panza como los amigos imaginarios que la acompañaron desde siempre. En ellos reconocía lo que la literatura le dio: compañía en la soledad, sentido en el caos.
Editorial: Plaza & Janes
Páginas: 200
Precio: $20.900
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