Como Walt Disney: la criopreservación y el sueño de revivir, entre la ciencia ficción y la realidad
Edición Impresa | 9 de Noviembre de 2025 | 04:40
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la idea de congelar cuerpos humanos tras la muerte con la esperanza de reanimarlos en el futuro ha pasado de la ciencia ficción a un negocio que mueve millones. La criopreservación, también conocida como criogenización, promete mantener tejidos, órganos e incluso cuerpos completos a temperaturas extremadamente bajas para preservar la vida o la memoria de las personas. Sin embargo, la ciencia detrás de esta práctica es, por ahora, experimental y altamente especulativa.
A diferencia de los embriones, óvulos y espermatozoides, cuya vitrificación es rutina en laboratorios de fertilidad, los cuerpos humanos completos no pueden ser preservados sin daño significativo. Cada tejido y cada órgano tiene tolerancias diferentes al frío extremo, y el proceso de congelación genera cristales de hielo microscópicos que rompen membranas y destruyen células. Los crioprotectores químicos utilizados para minimizar estos daños, además, son tóxicos para la mayoría de los tejidos, lo que convierte cualquier intento de preservación integral en un experimento arriesgado y hasta ahora irreversible.
LO QUE INDICAN ALGUNAS INVESTIGACIONES
Investigadores han logrado avances en animales y tejidos aislados. En ratones, por ejemplo, se han vitrificado riñones completos y trasplantados después del recalentamiento utilizando nanopartículas magnéticas, logrando recuperar la función renal. En nematodos, se ha demostrado que la memoria puede mantenerse intacta tras la criopreservación, lo que muestra que, al menos en organismos simples, algunas funciones complejas pueden sobrevivir al proceso. Sin embargo, trasladar estos resultados a cuerpos humanos enteros es un desafío aún insuperable para la ciencia contemporánea.
La comunidad científica observa con escepticismo estas prácticas. Especialistas en biología y medicina regenerativa insisten en que no existe evidencia de que un cuerpo criopreservado pueda ser revivido. “Congelar un cadáver produce otro cadáver en peor estado”, advierten. El daño celular irreversible tras la muerte y la complejidad de cada tejido hacen que la reanimación completa de un cuerpo humano permanezca en el terreno de la fantasía. Aun así, empresas y fundaciones mantienen programas de preservación con la esperanza de que futuras tecnologías algún día puedan revertir el daño.
Entre las organizaciones más conocidas están Alcor Life Extension y el Cryonics Institute en Estados Unidos, KrioRus en Rusia y European Biostasis en Alemania y Suiza. Cada una ofrece distintos métodos, desde la preservación de la cabeza o cerebro únicamente, hasta el cuerpo completo, con costos que oscilan entre los 28.000 y los 200.000 dólares, dependiendo del paquete y del país. Según los registros públicos, Alcor mantiene 252 cuerpos y cabezas preservadas, Cryonics Institute tiene 268 cuerpos y KrioRus supera los 100 casos, incluyendo algunos animales. Todas estas organizaciones advierten que la reanimación sigue siendo hipotética y que sus servicios son una apuesta al desarrollo futuro de la ciencia.
Entre los casos documentados, destaca James Bedford, el primer humano criopreservado en 1967, cuyo cerebro sigue conservado en Alcor. También Hal Finney, pionero de Bitcoin, y una niña tailandesa de 2 años, cuya preservación generó debate ético y científico. Ninguno de estos pacientes ha sido reanimado, y los expertos subrayan que la preservación es un estado de espera, no un tratamiento.
Mientras la criopreservación plantea desafíos científicos enormes, también despierta preguntas éticas, legales y filosóficas sobre la muerte, la memoria y la esperanza de vida futura. A la fecha, la práctica sigue siendo una curiosidad tecnológica con respaldo limitado, pero que ilustra el deseo humano de desafiar los límites de la muerte y explorar las fronteras de la biotecnología. La posibilidad de algún día volver a la vida tras décadas de congelación permanece, por ahora, en el terreno de la especulación, pero no deja de atraer a quienes buscan aferrarse a un futuro que aún no existe.
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