“No llego a diciembre”: cómo hacer frente a la carga emocional de fin de año

Lejos de la diversión, las reuniones y los compromisos de esta época provocan una fuerte presión en la gente que estalla de la manera menos pensada. Ansiedad y agotamiento

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“No llego a diciembre” es una frase que se repite como un mantra entre amigos, colegas y familiares. El síndrome de burnout y el estrés sostenido se vuelven especialmente visibles en los últimos meses del año, una etapa en la que el cansancio acumulado se combina con exigencias laborales, balances personales y un incremento de compromisos sociales y familiares. El resultado, para muchos, es un pico de ansiedad y agotamiento físico y emocional que impacta directamente en el bienestar.

“Los últimos meses del año suelen concentrar la mayor cantidad de ansiedad y estrés. Es una época relacionada con los vínculos sociales y los compromisos, entonces las personas que ya están en una situación vulnerable ven incrementado el porcentaje de estrés”, explicó el psicólogo platense Mel Gregorini.

A las demandas del trabajo se suman las invitaciones, despedidas, encuentros familiares, reuniones laborales y sociales. Ese calendario sobrecargado, señaló Gregorini, genera una forma particular de presión: “Se ve que hay mucho compromiso con situaciones sociales donde uno se siente obligado, entre comillas, a participar. El miedo a no estar, o la culpa por no reunirse, es una diferencia con el estrés de otros momentos del año”. Así, lo que debería ser disfrute se vuelve una carga y “estos compromisos queman a la persona y dificultan la conexión con lo placentero”.

A esto se suma que el último mes del año es también un período de autoevaluación. Se revisan metas, logros, pendientes y frustraciones. Este balance, que podría ser un ejercicio saludable, muchas veces se vuelve contraproducente. “Si el balance se hace desde la autoexigencia, el resultado generalmente es negativo”, apuntó el psicólogo. “Cuando hay frustración, presión, culpa, el balance es negativo, y de ahí viene el estrés por cosas cotidianas”.

La combinación entre metas no alcanzadas, expectativas poco realistas y pensamientos autocríticos refuerza la sensación de agotamiento y, en muchos casos, favorece la aparición del burnout. “Hay perfiles altamente ansiógenos que se predisponen a tener mucha más ansiedad en esta época del año”, detalló Gregorini. Para ellos, esta etapa potencia la sensación de estar quemado, de no poder rendir lo suficiente debido al desgaste acumulado.

 

Es una época relacionada con los vínculos sociales y los compromisos, entonces las personas que ya están en una situación vulnerable ven incrementado el porcentaje de estrés”

Mel Gregorini
Psicólogo

 

SEÑALES DE ALERTA Y CUIDADOS

Según Gregorini, existen señales claras que revelan cuándo una persona está atravesando un cuadro de estrés significativo o burnout. “En los cuadros de estrés los signos más importantes son la ansiedad, los dolores físicos, corporales, el desgaste, el no poder conectar, el estar muy agotado física y mentalmente. Estos son indicios tanto físicos como emocionales que no hay que ignorar, porque cuando la persona los siente, los padece. Y no es algo que se recupera rápido ni de manera sencilla”, advirtió.

Para contrarrestar estos síntomas, el psicólogo recomendó prácticas simples y accesibles: “Leer, salir, no quedarse encerrado, caminar, hacer un poco de ejercicio, todo eso libera el andamiaje del estrés. También conectarse con lo social desde un lugar positivo, o con la naturaleza. Son actividades muy al alcance de la mano. Leer, caminar o ver una buena serie son maneras válidas de desconectar”.

Ante este panorama, distintos profesionales coinciden en que no se trata solo de “bajar un cambio”, sino de incorporar hábitos que permitan sostener el equilibrio emocional en el día a día y atravesar este periodo de la mejor manera.

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