Condenaron a Gerardo Ponce: 26 años de prisión por abusar de menores
Edición Impresa | 12 de Diciembre de 2025 | 03:45
La Plata cerró ayer uno de los juicios de mayor impacto en la última década. El Tribunal Oral en lo Criminal N°1 condenó a 26 años de prisión a Gerardo Tomás Ponce, exentrenador de básquet de los clubes Juventud y Sudamérica, al considerarlo culpable de múltiples abusos sexuales agravados contra menores que tenía a su cargo entre 2005 y 2010. El veredicto, leído por el TOC 1 integrado por los jueces Hernán Decastelli, Cecilia Sanucci y Emir Alfredo Caputo Tártara, fue recibido con un aplauso cerrado de las víctimas -hoy ya adultas- que se hicieron presente en la sala junto a sus familias.
El tribunal sostuvo acreditado que Ponce se valió de su rol de educador y de la confianza que le otorgaban los padres para acercarse a los niños, manipularlos y ejecutar un patrón sostenido de abusos. Los hechos ocurrieron en entrenamientos, viajes deportivos y domicilios particulares, y abarcaron manoseos, exhibición de pornografía, sexo oral y otros ataques sexuales reiterados. Las dos víctimas cuyos casos llegaron a juicio fueron asistidas por los abogados Alfredo Gascón y Miguel Molina, mientras que la acusación estuvo a cargo del fiscal de juicio Jorge Paolini.
El proceso comenzó el 28 de octubre y se extendió durante jornadas intensas, atravesadas por testimonios, pericias y descripciones crudas de situaciones que las víctimas guardaron en silencio durante años. Uno de los elementos técnicos más relevantes fue la declaración de un perito informático que demostró que desde la IP del domicilio de Ponce salieron mensajes anónimos con contenido sexual enviados a un menor en 2008, años antes de que el grooming estuviera tipificado. El acusado, por su parte, eligió no declarar y no se sometió a estudios psicológicos ni psiquiátricos.
En los alegatos, Paolini pidió 21 años de prisión al considerar probados los ataques contra los dos denunciantes. Describió al imputado como “un lobo solitario que generaba las condiciones para ejecutar los abusos”. Molina y Gascón solicitaron la pena más alta del debate: 50 años, sosteniendo que se trató de hechos “sistemáticos y planificados” y definiendo a Ponce como “un depredador que traicionó su rol de educador”. Señalaron además que los jóvenes que declararon “son apenas un muestreo del daño causado”.
La defensa, a cargo de Gastón Nicocia, reclamó la absolución. Sostuvo que “no se puede condenar lo que no existió” y cuestionó la valoración de las pruebas. Incluso presentó fotografías del acusado compartiendo actividades con los menores años después, intentando desacreditar los relatos.
Finalmente, el TOC 1 consideró acreditada la acusación y dictó una de las penas más severas de los últimos años en el fuero penal platense para delitos contra la integridad sexual de menores. Ponce, detenido desde 2021, continuará en prisión mientras su defensa evalúa posibles apelaciones.
La lectura del veredicto desató una escena cargada de emoción: lágrimas, abrazos y un sentimiento de alivio contenido durante años. A la salida, el abogado Javier Fernández -representante de una de las víctimas- expresó a EL DIA: “La verdad estamos muy conformes. El tribunal emitió un veredicto condenatorio acorde a los hechos perpetrados por este individuo. Se hizo justicia. No repara el daño, pero cierra una etapa en la vida de estos jóvenes, que eran niños cuando todo ocurrió”.
Con esta sentencia, concluye un juicio que expuso no sólo la gravedad de los abusos sino también la capacidad de un entrenador de infiltrar sus ataques en ámbitos destinados a la formación y el cuidado.
Para los denunciantes, la condena no borra el trauma, pero marca un antes y un después en una búsqueda de justicia que llevó más de una década.
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