El Tren Universitario viaja por la Ciudad a un cuarto de su capacidad

Tiene 70 asientos, pero en estos días, en hora pico, llega a 30 y puede bajar a media docena en el servicio de la noche

Edición Impresa

El Tren Universitario, que conecta la Estación de 1 y 44 con la Circunvalación, hasta 25 y 72, ofrece por estos días una situación que contrasta fuertemente con el entusiasmo oficial en los días de su puesta en marcha, en 2013. La formación, que tiene 70 asientos, viaja con un cuarto de esos lugares ocupados, en promedio.

La iniciativa se presentó con el objeto de activar un servicio ferroviario con menores costos y tiempo de traslado, circunstancias que, en la práctica, parecen no considerarse al elegir un medio para viajar. En particular, quienes están fuera de la comunidad universitaria, que parecen en minoría en el pasaje dominado por jóvenes con mochilas y cuadernos que se bajan en las estaciones de Bosque.

Su función tiene un eje que se ve con claridad en cada partida: ser el enlace para los estudiantes del Conurbano que llegan por la Línea Roca. Al descender del servicio eléctrico apuran el paso y se suben al “trencito”.

El servicio tiene una tarifa única de 224 pesos, tanto para el recorrido de 7 kilómetros como para bajarse a los 500 metros, en Arquitectura.

También transporta, en menor proporción, a vecinos con destino hacia El Mondongo, Villa Elvira o Altos de San Lorenzo y el Hospital San Martín. La postal cotidiana muestra un patrón marcado: la mayor parte de los pasajeros lo toma para ir a las facultades.

El tren llega a las estaciones sobre la avenida 72 con un puñado de pasajeros, y “a la vuelta trae menos que lo que lleva”, describen quienes viajan a diario.

Los datos de ocupación son contundentes y reflejan la desconexión del servicio con la vida más allá del Bosque. Este diario pudo comprobar en estos últimos días que el servicio de las 7.17 de la mañana partía con unos 30 pasajeros, la mayoría bajando en Informática y Medicina. Luego, el servicio de las 10.54 tenía alrededor de 15 pasajeros, de los cuales solo dos llegaban al final del recorrido en 25 y 72.

La cantidad subía hasta los 30 pasajeros a primera hora de la tarde, pero volvía a caer a alrededor de una docena hacia la tardecita.

El último servicio, a las 21.26, subía apenas una media docena de personas.

Así, en promedio, la ocupación en un día hábil no llegaría a 20 asientos por tren.

Empleados del servicio señalan que la baja ocupación de estos días deriva del final de las cursadas, lo que contrasta con periodos de clases donde viaja gente parada.

Sin embargo, aún en mejores periodos para el corte de boleto, también se concentra la demanda en algunos de los servicios, a primera hora de la mañana y de la tarde, cuentan en las estaciones.

Según un informe de Trenes Argentinos de este año, de enero a noviembre se contabilizó un total de 86.543 pasajeros.

La distribución mensual muestra una extrema sensibilidad al calendario universitario: mientras que en febrero y abril se registraron picos (14.445 y 15.264 pasajeros, respectivamente), en meses de menor actividad como enero (3.140), julio (6.041) y la marcada caída de septiembre (555) y agosto (2.839), el uso se desploma. Esto confirma que el tren, en más de una década, no logró convertirse en una opción cotidiana y estable para el resto de los vecinos.

La dotación de personal

Frente a este panorama de baja demanda, las autoridades de la Universidad Nacional de La Plata siguen apostando: dan impulso a la gestión en la esfera nacional para seguir sumando paradas.

Los nueve servicios diarios, de lunes a viernes, y los siete del sábado se realizan con un tren liviano de industria suiza, del año 1948.

Esta formación requiere de una numerosa dotación de personal que, en los servicios nocturnos, casi iguala al número de pasajeros.

El equipo incluye al conductor, ayudante de conductor, guarda, personal de seguridad y supervisor. A esto se suman los dos corta tráfico o “banderilleros”, esenciales para parar el tránsito con banderas –a falta de barreras, semáforos y bocinas– y mitigar los riesgos viales que, lamentablemente, ya dejaron un saldo de dos accidentes con vehículos a lo largo de los últimos años.

Lo que sí escasean son las precisiones cuando se trata de saber con exactitud los ingresos que tiene la UNLP a partir de muchos de los servicios que presta, y el Tren Universitario no es la excepción. Tal como fue puntualizado en repetidas ocasiones, tampoco se sabe con claridad adónde van los fondos generados por este servicio.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE