Matar a Perón (Final)
Edición Impresa | 14 de Diciembre de 2025 | 04:02
Andrés Salero
-Sabés qué pasa, Baroja -dijo de repente, volviendo al tuteo y sin sacar la mirada del río-, en este ispa la política no es un acto racional, no es una elección en base a ideas... es una fe, una fe de por vida, no se cambia, se defiende con la misma vida si hiciera falta... como la camiseta de un equipo de fútbol. Por eso el argentino promedio es tan insoportablemente futbolero, y tan insoportablemente peronista, Baroja. No hay caso, este país en inviable sin peronismo, y sin fútbol. Y sin militares, o algún caudillo de aires mesiánicos y millones de ovejas que obedezcan... no te olvides que Perón es un milico, y un milico golpista. Un gran travesti ideológico que se metió a los pobres en el bolsillo con su enorme carisma, que por cierto lo tiene... un tipo que, y escuchame bien, en el futuro se va a replicar en miles de peroncitos que en su nombre van a hacer los desastres más grandes con este país, se van a afanar hasta los malvones de las macetas, aunque no sepan ni para qué los quieren... porque eso es el peronismo, Baroja, ambición desenfrenada por el poder, travestismo ideológico, personalismo total, y la Inquisición al que piense distinto. El peronismo no es política, es religión. Y andá a tratar de explicarles algo de esto... el asado es peronista, el azul del cielo es peronista, los días lindos son peronistas... por eso en países como la gente no nos entienden, porque allí la política es un pacto racional entre ideas distintas, sabe. Nadie en su sano juicio podría entender al peronismo desde la razón. Por eso a Argentina no la entiende nadie.
Ya casi de noche, al salir de la base, algo mareados y con un incipiente dolor de cabeza, se cruzaron con Noriega, que se dirigía al pabellón de las habitaciones abrazado muy alegremente a un joven cabo y fumando un Winston. Por supuesto, ni los miró.
A lo lejos, en el río, un barco se hundía lentamente en el horizonte.
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