Crisis en la UCR y el PJ: la oposición se autodestruye

La elección de un desconocido intendente y los últimos años de gestión en el partido centenario. En el peronismo, el “enemigo” de Milei y una nueva alianza atada al fútbol

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La designación como presidente del radicalismo de Leonel Chiarella, un intendente desconocido en el escenario de la política nacional, manifestó la profundidad de la crisis del partido. Por uno u otro motivo, no pudo designarse a algún líder de envergadura, pero finalmente se llegó a un acuerdo con la mayoría de los gobernadores que querían desplazar a Lousteau. El nuevo jefe radical responde a la corriente de Maximiliano Pullaro, gobernador de Santa Fe, compañero de ruta de... Lousteau. Pero proviene de una provincia en la que la UCR impuso al gobernador.

Es que ocurre que en los dos grandes distritos, la provincia de Buenos Aires y CABA, el partido ha sufrido un proceso de deterioro que determinó, por ejemplo, en la UCR porteña la no presentación de listas propias en las últimas elecciones. Y en la Provincia, que la disputa interna determinara una intervención judicial.

La decisiva influencia en la interna de los cuadros universitarios no ha sido atractiva para el electorado. A pesar de contar con estructura y medios que proporcionó la Universidad de Buenos Aires. La debilidad electoral pareciera encaminar a la desaparición del Radicalismo en la Capital Federal y a la agudización de la interna bonaerense entre “Evolución” y la mayoría de los intendentes, basada principalmente en punteros del Gran Buenos Aires, donde la UCR sufre grandes derrotas, y la mayoría de los intendentes del interior, que coinciden en algún sentido con el mendocino Cornejo y el cordobés Rodrigo de Loreda en preservar la individualidad del partido, negociando lo necesario para poder desempeñarse en gobernaciones e intendencias, y a lo sumo reditar la coalición de Juntos por el Cambio, ya que el PRO prácticamente ha roto sus vinculaciones con Milei.

La situación en el PJ

En el peronismo, noafloja la tensa disputa por la conducción, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Mientras, según los operadores del presidente Javier Milei, la elección de Axel Kicillof, como principal enemigo, fue un acierto, pero en los últimos días se estarían replanteando que en realidad el mandatario bonaerense tiene suficientes dificultades como para que pueda ser el líder nacional del peronismo.

Lo observan como llevando a los bonaerenses a una crisis económica de gravedad, envuelto, además, en la feroz interna y por lo tanto comienzan a vaticinar que el poder en el justicialismo podría desplazarse a un eje integrado por Sergio Massa y Gerardo Zamora. La nueva situación según afirman, se hizo evidente por las coincidencias de ambos con relación al fútbol, y que tanto “Chiqui” Tapia como Pablo Toviggino recibieron el apoyo que fue fundamental para ellos del porteño y el santiagueño. En la Casa Rosada ven esa alianza como muy pragmática porque Zamora representa la liga de gobernadores del Norte Grande (Insfrán, Jalil, etc.), que históricamente ha sido la región de los triunfos más importantes del peronismo, junto con el Gran Buenos Aires, donde Massa podría tener su incidencia. Ambos necesitarían que el peso decisivo del justicialismo no sea fruto de una alianza de Cristina con los intendentes del Gran Buenos Aires.

La AFA era considerado un buen trampolín, según dicen los libertarios, por Zamora y Toviggino. Santiago del Estero es hoy el escenario de las grandes finales del fútbol argentino, y eso no es casual. Sergio Massa se formó como dirigente en un club de fútbol: fue presidente de Tigre y conoce el ambiente. La Asociación del Fútbol Argentino sigue siendo un factor estratégico en la alianza, y por eso, por ejemplo, Ricardo Casal -ex funcionario de Massa en Economía-habría aceptado ser vicepresidente de Gimnasia con la condición de ser el representante en la AFA del club platense.

Por todo eso, no es de extrañar que los errores, desaciertos e irregularidades cometidas por Tapia y Toviggino sean hoy una cuestión de Estado.

 

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