“La vegetariana”, de Han Kang: el rechazo es resistir

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Una mujer de Seúl decide dejar de comer carne. No quiere olerla, verla ni pensarla. Lo único que hace es soñar: matanzas de animales que irrumpen en la noche como pesadillas insistentes. Ese gesto inicial, aparentemente simple, desata en *La vegetariana* una cadena de rechazos, violencias y silencios que exponen con crudeza el funcionamiento de una sociedad que no tolera la desobediencia.

una crítica existencial al patriarcado y el control sobre el cuerpo femenino

Yeong-hye, la protagonista, no intenta explicar su decisión. Y es justamente esa falta de justificación lo que vuelve su elección insoportable para los otros. Su marido, un hombre gris, conformista y sin ambiciones, narra la primera parte de la novela con una honestidad brutal: se casó con ella porque parecía “una mujer común y corriente”, alguien que no alteraría el orden de su vida. La negativa de Yeong-hye a comer carne rompe ese pacto tácito de normalidad y lo enfrenta a una verdad incómoda: su esposa ya no se ajusta al rol esperado.

El conflicto no es de ella, sino del entorno. La familia, el marido, los médicos y la sociedad entera insisten en corregirla, convencerla, domesticarla. Cuando no lo logran, la tildan de loca. La marginación se vuelve inevitable. Lo alimenticio deja de ser el centro: lo que está en juego es el control sobre el cuerpo femenino y su derecho a decir no.

Este no es un libro sobre dejar la carne, sino una crítica existencial al patriarcado surcoreano y, por extensión, a cualquier sistema que pretenda disciplinar el cuerpo y el deseo.

 

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