Desconocidos que se “meten” en la vida privada de otros
Edición Impresa | 28 de Diciembre de 2025 | 04:16
Con Kentukis, publicada en 2018, Samanta Schweblin vuelve a incomodar desde un territorio reconocible: el de la tecnología cotidiana y sus consecuencias íntimas. La novela parte de una premisa simple y perturbadora a la vez: unos dispositivos electrónicos con forma de peluche —los kentukis— permiten que personas desconocidas, desde cualquier lugar del mundo, observen y participen en la vida privada de otros. No hablan, no explican, no justifican su presencia. Solo miran. Y ese gesto, aparentemente inocente, alcanza para desatar una cadena de vínculos extraños, dependencias silenciosas y tensiones difíciles de controlar.
A lo largo del libro, Schweblin sigue a distintos personajes en ciudades y países diversos, mostrando cómo cada uno se relaciona con su kentuki desde lugares muy distintos: la curiosidad, la soledad, el deseo de ser visto, la necesidad de compañía o el impulso de espiar. Dueños y “habitantes” de los dispositivos se vinculan sin reglas claras, en una dinámica donde el poder cambia de manos constantemente. La novela no propone un futuro lejano ni una distopía exagerada, sino una versión apenas desplazada de nuestro presente hiperconectado, donde la intimidad se negocia, se exhibe o se entrega sin medir del todo las consecuencias.
Finalista del International Booker Prize, Kentukis funciona como una advertencia silenciosa sobre el modo en que naturalizamos la vigilancia y el acceso irrestricto a la vida ajena.
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