El terror íntimo cuando el campo enferma

Explora la maternidad como estado de alerta permanente en un entorno rural atravesado por una amenaza invisible

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En Distancia de rescate, Samanta Schweblin construye una novela breve pero de una densidad inquietante, de esas que no se leen: se atraviesan. Publicada originalmente en 2014 y convertida rápidamente en un fenómeno internacional, la obra instala desde la primera página una sensación de amenaza constante que no se disipa ni siquiera cuando el libro se cierra. La escena inicial —una mujer agonizando en un hospital rural y un niño que la interroga con precisión incómoda— marca el pulso de un relato donde nada es del todo explícito y, sin embargo, todo resulta alarmantemente claro.

Amanda está postrada, desorientada, tratando de reconstruir los hechos que la llevaron hasta allí. Frente a ella está David, un chico que no es su hijo, pero que la obliga a recordar, a ir hacia atrás, a buscar el punto exacto en el que algo se desvió. La conversación entre ambos funciona como una especie de interrogatorio invertido: es el niño quien conduce, quien exige exactitud, quien insiste en que Amanda se concentre en “lo importante”. Esa estructura fragmentada, casi hipnótica, sostiene una narración que avanza como un sueño febril, cargado de silencios, cortes abruptos y escenas que parecen inocentes hasta que revelan su costado siniestro.

El viaje de Amanda junto a su hija Nina a un pequeño pueblo rural es el corazón del recuerdo. Allí conoce a Carla, la madre de David, y a partir de ese encuentro empiezan a aparecer señales inquietantes: niños enfermos, animales muertos, campos tratados con químicos, un ambiente enrarecido que nadie parece dispuesto a nombrar del todo. Schweblin no necesita describir explícitamente la contaminación ni denunciarla de manera directa; le alcanza con sembrar indicios, con mostrar cuerpos que reaccionan, comportamientos que se alteran, maternidades atravesadas por el miedo.

El concepto que da título a la novela es uno de los hallazgos más potentes del libro. La “distancia de rescate” es, para Amanda, la medida exacta entre su cuerpo y el de su hija, la distancia que calcula mentalmente para saber si podría alcanzarla a tiempo ante cualquier peligro. Es una idea simple y, a la vez, devastadora: la maternidad convertida en vigilancia permanente, en estado de alerta continuo, en una cuenta regresiva silenciosa. Esa distancia no es solo física, también es emocional, simbólica y, en última instancia, imposible de controlar.

A medida que el relato avanza, la historia se vuelve cada vez más opresiva. Aparecen referencias a una curandera, a traslados de alma, a niños que ya no son del todo quienes eran. Lo sobrenatural irrumpe sin romper del todo el verosímil, como si fuera la única explicación posible frente a un daño que no encuentra palabras. En ese cruce entre lo real y lo fantástico, Schweblin construye una metáfora inquietante sobre el costo de un progreso que envenena, sobre comunidades que naturalizan el peligro y sobre madres que cargan con culpas que no les pertenecen.

Lejos de ofrecer respuestas tranquilizadoras, Distancia de rescate incomoda. No hay alivio ni redención, sino una advertencia que se filtra en cada página. La novela no grita, no acusa, no moraliza: susurra, insiste, vuelve sobre lo mismo hasta que el lector entiende que el verdadero terror no está en lo inexplicable, sino en aquello que preferimos no ver. Por eso su efecto perdura, incluso después de haberla terminado. Porque la distancia de rescate, esa que creemos poder medir y controlar, siempre resulta más frágil de lo que estamos dispuestos a admitir.

Distancia de rescate
SAMANTA SCHWEBLIN
Editorial: Random House
Páginas: 128
Precio: $27.999

 

Samanta Schweblin
Distancia de rescate

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