La vida por un sueño: el lado oscuro de la cultura pop surcoreana
Edición Impresa | 19 de Febrero de 2025 | 04:24

La cultura pop surcoreana es una fuerza de la naturaleza: de manera paciente pero eficiente se ha instalado en el mundo entero, ganando en los últimos años un Oscar y un Nobel, y protagonizando uno de los fenómenos televisivos de la década con “El juego del calamar” mientras invaden las plataformas musicales con su música.
Pero detrás del fenómeno se esconde una realidad que incluye contratos leoninos, dietas extremas, vigilancia, escándalos, extorsión y muerte: el suicidio de Kim Sae-ron la semana pasada (ciberacosada y marginada de la industria tras haber sido encontrada conduciendo ebria) es apenas el último fallecimiento producido en el seno de una industria que explota a sus participantes hasta la muerte, con la zanahoria de volverlos famosos globalmente.
En ninguna industria se ve tan clara esa toxicidad como en el k-pop, la música surcoreana, un mundo altamente competitivo, con docenas de grupos que debutan cada año. Son mucho más que bandas de música: son idols, pueden actuar en televisión, cantar, son influencers. Viven de su imagen antes que de su arte.
Para ser parte de un mundo al que todos quieren entrar, las aspirantes a actrices se entrenan por años desde muy jóvenes, pero sólo unas pocas debutan y menos aún alcanzan el éxito comercial. Las probabilidades de éxito se incrementan si firman contrato con alguna de las principales agencias de entretenimiento.
La industria es conocida por tener reglas estrictas para sus artistas que incluyen prohibiciones de citas, rigurosas dietas y entrenamientos, y a veces contratos esclavizadores e injustos. Expertos dicen que la industria tiene requisitos adicionales para las chicas, reglas sobreentendidas que son reflejo de la sociedad patriarcal surcoreana.
Park Hee-A, un periodista que escribió el libro “Entrevistas con estrellas del K-pop”, dijo que las estrellas femeninas son obligadas a seguir reglas sociales rígidas. “Algunas han sido excluidas por no sonreír en programas de televisión o leer un libro sobre feminismo que contradice a la sociedad surcoreana patriarcal dominada por los hombres”, dijo Park.
Las expectativas de pureza y castidad gobiernan a las mujeres en Corea del Sur. Goo enfrentó un aluvión de mensajes de odio tras reportarse la existencia de un video sexual pese a ser ella la víctima de una venganza pornográfica. “El tema del sexo es tabú en Corea del Sur en comparación con los países occidentales”, dijo el psiquiatra Tae-Sung Yeum, de la Clínica Psiquiátrica Gwanghwamun Forest. “Existen altos estándares morales, en especial para las celebridades femeninas, porque Corea del Sur es una sociedad patriarcal”.
Ante tanta presión y exigencia, la salud mental se resquebraja: y Yeum dice que a las estrellas de k-pop les resulta difícil buscar ayuda profesional para la depresión, sobre todo en un país donde muchos creen que los trastornos psiquiátricos pueden “tratarse con voluntad propia”. Múltiples suicidios en la industria derivan del hecho que las estrellas son arrojadas a un sistema hipercompetitivo con un exceso de abusos desde temprana edad.
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