Máxima vs. Letizia: duelo de reinas y estilos

Las monarcas de los Países Bajos y de España marcan sus diferencias en moda, también en la percepción mediática de la supuesta rivalidad y, sobre todo, a la hora de enfocarse en el reciclaje de prendas. ¿Cuáles son sus influencias?

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Por VIRGINIA BLONDEAU

marioyvirginia@yahoo.com.ar

Dos mujeres. Dos estilos. Diferentes pero unidas, Máxima y Letizia representan la tan remanida brecha que en las redes sociales se potencia hasta crear rivalidades que, en la vida “real”, no existen. Ellas son colegas y amigas pero los fans de Letizia hablan pestes de Máxima y los fans de Máxima consideran que la española tiene el diablo en el cuerpo.

Más allá de la polémica, ellas siguen reinando no solo como esposas de los jefes de estado de sus respectivos países sino también en el mundo de la moda. Son genuinas influencers.

A pesar de ser reinas indiscutibles del estilo, sus gastos anuales en ropa están muy por debajo de otras consortes como Charlene de Mónaco o la gran duquesa de Luxemburgo, a quienes analizamos en nuestra anterior entrega.

Considerado por los expertos el mejor look de Máxima de 2024 / Web

¿Cómo es esto posible siendo, además, dos de las reinas más activas? Sencillamente repitiendo, reutilizando y reciclando.

Gracias a la investigación que realizan todos los años los expertos de la página UFO NO MORE sabemos que la reina Máxima, durante 2024, ha estrenado 102 piezas entre ropa, joyas y accesorios y que le han costado un total de 62.160 dólares. Letizia, por su parte, estrenó 196 piezas y gastó en el año 58.160 dólares.

Aunque la reina de España parezca un poco más austera, hay que tener en cuenta que Máxima la supera en días trabajados (126 actos contra 107 de Letizia) y también la supera en ornamentos. Mientras que Letizia es casi minimalista en sus looks de día, Máxima tiene como máxima “Antes muerta que sencilla” y eso también tiene un costo.

En lo que ambas coinciden es en la clara convicción de que cada detalle de su aspecto emite un mensaje y de que cada ocasión requiere de un atuendo definido y bien calibrado para no quedar outside.

El traje corte masculino de pantalón y blazer fue el uniforme de Letizia para actos como conferencias; visitas a escuelas y centros de salud, y reuniones de trabajo en las entidades de las que es patrona. Usa y abusa de ellos mucho más ahora que se ha tenido que bajar de los tacones de 15 centímetros por su dolencia en los pies.

Letizia en el retrato de Annie Leibovitz / Web

También los trajes son habituales en Máxima, aunque de colores más vivaces. Sin embargo para los actos un poco más formales, la reina de los Países Bajos ha preferido falda y chaqueta y no le ha escapado al brillo por más mediodía que sea.

Eso sí, cual cenicientas modernas a las que nunca la carroza se les convierte en calabaza, cuando llega la noche ninguna de las dos son tímidas: las hemos visto con vestidos atrevidos de diseñadores de vanguardia combinados con joyas históricas de abuelas y bisabuelas de sus maridos.

“ ¡Vamos a brillar, mi amor!” Es lo último que escucharán Felipe y Guillermo Alejandro antes de salir con ellas.

No es de extrañar que el encuentro entre Máxima y Letizia haya sido uno de los acontecimientos monárquicos del año. Imposible resistirse al morbo de la comparación. La ocasión la tuvimos en abril cuando los reyes de los Países Bajos recibieron en visita oficial a sus pares de España.

Destaquemos en este punto que los que no defraudaron en esa visita fueron los muchachos. Porque, justo es decirlo, tanto el rey Felipe como el rey Guillermo Alejandro sorprendieron con su apostura. Ninguno de los dos aparecían como los hombres más guapos de la realeza en su primera juventud pero ambos están transitando los 50 con gallardía, en buena forma y con la invalorable ayuda de sastres que saben esconder defectos y destacar virtudes.

No es que las reinas hayan estado desdibujadas pero a Letizia le jugó una mala pasada el síndrome de Morton que padece en sus pies y tuvo que estar en algunos actos sentada sin poder desplegar lo grandioso de su atuendo. Además, y por más que lo disimulara, se notaba lo dolorida que estaba.

Ambas apostaron a lo seguro en cuanto estilismo: Letizia, marcas españolas con trayectoria pero con diseños modernos y Máxima, sorprendentemente clásica y hasta prefiriendo que el protagonismo se lo llevara la invitada.

A nuestro entender lo mejor lo dejaron para el último evento que ambas parejas protagonizaron antes de la despedida. La reina Letizia, como es su costumbre, hizo un claro homenaje al país anfitrión a través de su estilismo al lucir un vestido de Mohamed Benchellal, un diseñador holandés que suele usar tejidos y diseños innovadores, muy arquitectónicos. El vestido de Letizia era azul, midi, ceñido al cuerpo y del propio vestido salía un chal lateral que cubría sus hombros en forma asimétrica. No sabemos si fue un préstamo de la firma o una adquisición de la reina y lo volveremos a ver. Ojalá.

El que sí estamos seguros que fue un préstamo fue el traje que usó para la inauguración de los Juegos Olímpicos de París. La casa Dior cedió a Letizia un dos piezas de su última colección y los correspondientes accesorios.

Se trataba de un top de terciopelo negro y una falda amplia blanca, ambas piezas bordadas en piedras y paillets. Estaba fabulosa.

Letizia se dio el gusto de usar polémicas prendas lenceras de Hugo Boss que se ciñen al cuerpo marcando la figura y que muchos no han considerado adecuadas para una reina. Ha elegido un vestido de Balenciaga de los años 40, muy de diva, para ser retratada por Annie Leibovitz, la gran fotógrafa inglesa. Y también fue capaz de desaparecer detrás de trajes grises, negros y morados para demostrar su duelo por los fallecidos por el desastre natural de Valencia.

Máxima no nos ha sorprendido con grandes estilismos en el año que pasó. Un vestido vaporoso de Jan Taminiau y un vestido con un moño exagerado de Claes Iversen han sido los más llamativos. Sin embargo ha encontrado su estilo y sabe elegir lo que mejor le sienta. Tiene prendas versátiles, de buen corte, y con colores que varían según la estación. Un vestidor pensado y ordenado que se recicla.

Letizia, en 2024, fue un sube y baja. Máxima, una calesita. Y, a juzgar por lo que estamos viendo en 2025, ninguna de las dos se cansa de jugar.

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