Salió de la oscuridad con un golazo y hubo fiesta

Jugó mal el primer tiempo y cuando parecía que iba a resignar el invicto, logró lo que tuvo aroma de hazaña. Ovación para Tobio Burgos

Edición Impresa

Martín Mendinueta

@firmamendinueta

Su mayor virtud fue haber torcido drásticamente el rumbo nada agradable que le presentaba la noche. No resultó pequeño el logro, ni menor la hazaña. Haber transformado un mal desempeño, con derrota incluida, en una satisfacción que será difícil de olvidar, no lo eximirá de algunos reproches severos, pero sí lo dejará a salvo con aquello que siempre demanda su idiosincrasia luchadora.

Jugando mal no se entregó. Mejoró con los cambios, desplegó su firme carácter y se llevó una recompensa que le permitirá elaborar la necesaria autocrítica en una atmósfera de sonrisas y felicidad.

Cada uno de los tres goles desparramó importancia, aunque el segundo, el del empate, fue poético, distinguido y hermoso por donde se lo analice. Joaquín Tobio Burgos, el chico humilde y fresco de Chascomús (reconoció que va a entrenar en bicicleta) regresó a escena dejando un sello de enorme calidad técnica.

Estudiantes tiene que revisar seriamente su manera de retroceder cuando pierde la pelota en tres cuartos de cancha. Lo están lastimando de contragolpe y no siempre encontrará los caminos como para dar vuelta una historia complicada.

lento, impreciso y sin reacción, el pincha empezó jugando mal

Estudiantes pareció otro en gran parte del primer tiempo. Súbitamente despojado de sus reconocidas virtudes, sufrió, en forma conjunta, dos males horribles para cualquier equipo: fue impreciso y careció de seguridad defensiva.

Sólo Tiago Palacios mostró rebeldía en un contexto abrumado por errores en las entregas. Sin Carrillo ni Alario, a Luciano Giménez se le hizo muy complicado imponerse frente a los zagueros visitantes.

Luciano Giménez hizo un buen gol de cabeza, y así ayudó para que la noche cambiara de rumbo

Domínguez, preocupado y enojado, se la pasó gritando para que sus dirigidos reaccionaran, pero no surtió efecto. El Pincha completó su peor capítulo desde que comenzó el torneo. Hasta Santiago Ascacibar se enredó en la confusión generalizada.

Mientras los jugadores se iban caminando al vestuario, cada hincha tenía sus candidatos (más de uno) para ingresar lo antes posible.

Primero entró Piovi (debutó) y causó sorpresa, pero al rato llegaron los ingresos que pedía la mayoría: Tobio Burgos y Edwuin Cetré.

En ese lapso dejó el campo Cristian Medina (emblema del modo Foster) sumando otra actuación que a nadie satisfizo.

Es cierto que el cabezazo de Arzamendía fue lo que permitió la milagrosa conversión del exigente trámite, pero el tremendo gol de tiro libre colgado en el ángulo quedará como la mejor portada de esta victoria repleta de matices.

Seguramente Omar De Felippe no encontrará consuelo. Planteó un partido inteligente y su equipo influyó bastante (Angulo hizo una gran tarea) para que se observara desconcertado al dueño de casa. Lo elogiable es que el local estaba perfilado para perder y terminó ganando. Ese también es un rasgo que le pertenece. El orgullo, la rebeldía y el amor propio conforman un trío que se cotiza en oro y el Pincha lo volcó en el campo de un modo evidente.

Está invicto, ganó todo en su estadio y sigue con apetito de gloria, así bien puede definirse a un equipo todavía vulnerable en su última línea.

Sin perder de vista sus imperfecciones, Estudiantes ya está entre los candidatos al título.

 

Estudiantes

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE