Recuperar la rutina: lo que dejó la pandemia y el efecto post-vacaciones

Ajustar el reloj interno, reorganizar los tiempos de comida y descanso, y generar hábitos predecibles son pasos fundamentales para recuperar la armonía perdida

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La pandemia desarmó las estructuras cotidianas de miles de familias. Luego, las vacaciones reforzaron el desorden de horarios, generando hábitos que aún persisten: despertares tardíos, desayunos salteados o fusionados con el almuerzo en un caótico “almuerzayuno”, cenas a deshora y una desconexión general con los ritmos saludables. Hoy, los especialistas advierten sobre la necesidad de reconstruir la rutina familiar para recuperar el equilibrio físico y emocional.

Los psicólogos coinciden en que los hábitos estructuran la vida diaria y proveen un marco de estabilidad, sobre todo para los más chicos. “Cuando los horarios se desdibujan, los niños y adolescentes pierden referencias y esto puede traducirse en dificultades para dormir, ansiedad o problemas de concentración”, explican. En los adultos, la falta de rutina también tiene consecuencias: la desorganización puede derivar en estrés, desregulación emocional y una sensación constante de cansancio. La incertidumbre de no saber cuándo se realizarán las comidas o cuándo es el momento de descanso genera, según los especialistas, una sensación de inestabilidad que afecta el ánimo y la productividad diaria.

Desde la nutrición, la falta de horarios definidos en las comidas afecta directamente al metabolismo. “El cuerpo funciona mejor cuando recibe alimentos en horarios regulares. Saltarse el desayuno o retrasar el almuerzo genera desajustes que pueden impactar en la digestión, el rendimiento y hasta en la calidad del sueño”, sostienen los especialistas en alimentación. Comer tarde en la noche, además, puede interferir con el descanso y generar problemas gástricos. Estudios han demostrado que los desajustes en las comidas pueden desencadenar desbalances en los niveles de glucosa, lo que contribuye a la fatiga y al mal humor. También hay que considerar la importancia de la merienda, un hábito que se ha ido perdiendo en muchas familias, pero que cumple un rol clave para mantener la energía durante el día.

Los terapeutas familiares señalan que la reconstrucción de la rutina no debe recaer en una sola persona, sino en toda la familia. “Es importante que la reorganización sea un proceso conjunto, donde se respeten las necesidades de cada integrante, pero sin perder de vista la importancia de establecer reglas claras y sostenibles”, sugieren. Retomar los horarios tradicionales no solo ayuda a la salud, sino que también fortalece los vínculos, ya que las comidas compartidas son un espacio de encuentro y diálogo. “Las familias que tienen horarios desordenados suelen tener menos instancias de comunicación genuina, y esto afecta la calidad de las relaciones”, advierten. La mesa es un lugar de encuentro y, cuando se pierde ese espacio, también se pierden oportunidades de conexión.

Los sociólogos advierten que el contexto post-pandemia dejó una flexibilización extrema en muchos aspectos de la vida cotidiana, y aunque esto tuvo sus ventajas, también es necesario recuperar cierta estructura. “La desorganización permanente no es sinónimo de libertad, sino de caos. Encontrar un equilibrio entre la flexibilidad y el orden es clave para el bienestar familiar”, argumentan. La falta de rutinas también tiene un impacto en el rendimiento académico y laboral: levantarse tarde o dormir poco afecta la capacidad de concentración y la memoria, generando un círculo vicioso de baja productividad y mayor estrés. Por otro lado, los cambios en la dinámica familiar pueden generar roces y dificultades para coordinar actividades conjuntas.

El desafío, entonces, es restablecer rutinas que sean funcionales y saludables para todos. Ajustar el reloj interno, reorganizar los tiempos de comida y descanso, y generar hábitos predecibles son pasos fundamentales para recuperar la armonía perdida. Como en toda transformación, el proceso lleva tiempo, pero el esfuerzo vale la pena: una familia con horarios claros es una familia con mayor bienestar. Los especialistas recomiendan que este proceso se lleve adelante de manera progresiva, estableciendo pequeñas metas semanales para evitar el rechazo o la frustración. “Volver a la rutina no significa imponer reglas rígidas de golpe, sino construir hábitos sostenibles que permitan el bienestar de todos los miembros del hogar”, concluyen los expertos. La clave está en el diálogo, el compromiso compartido y la convicción de que un poco de orden puede traer grandes beneficios para la salud física y emocional de toda la familia.

 

 

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