Como de chicos, la importancia de seguir jugando después de los 60

La actividad lúdica no sólo mejora la calidad de vida sino que crea un espacio de encuentros. En La Plata se multiplican las ofertas

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“Tiempo de ocio, es hora de jugar”, es uno de los programas que se ofrece en la Facultad de Humanidades de la UNLP. Dirigido específicamente a la comunidad adulta promueve el bienestar, el aprendizaje y la autonomía de las personas mayores, pero ¿cuál es la verdadera importancia de seguir jugando en la adultez?

“El juego favorece la socialización, evita el aislamiento, la soledad no deseada, refuerza las habilidades cognitivas y es un indicador de bienestar y de salud mental”, afirmó Ana Moreira Uribe, Licenciada en Psicología y Especialista en Psicogerontología.

A través de los años, el crecimiento hacia la adultez genera ciertas presiones sociales y laborales que llevan a olvidar ciertas actividades de ocio que se realizaron en algún momento de la vida.

El juego es una acción libre, sentida y voluntaria, que no tiene un fin más allá del “placer” que esa actividad le provoca a quienes participan. Acontece en un tiempo y espacio determinado y tiene algunas reglas acordadas entre los que participan de ese tiempo, de ese espacio y de esa actividad.

“Muchos adultos mayores han encontrado el secreto para llegar a vivir más años y con mejor calidad de vida, la genética y la mente juegan un rol clave en la longevidad, dando también especial atención a sus dietas y estilos de vida activos”, analizó Guillermina Negro, Profesora en Educación Física UNLP, especialista en Adultos Mayores y fundadora del Gimnasio para mayores de 50 años de la ciudad de La Plata.

Para la Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos Humanos, un adulto mayor es una persona superior a los 60 años. No obstante, en Argentina la edad jubilatoria para los hombres comienza recién a los 65. A pesar de estos límites etarios, Guillermina Negro, prefiere pensar que “la vejez comienza cuando dejamos de soñar, de proyectar y de encontrarle un sentido a la vida”.

“Las actividades lúdicas son un espacio para elaborar y trabajar también situaciones de duelo, situaciones críticas, pérdidas y angustias. Desde el psicoanálisis se piensa que el fantaseo, es ese espacio donde se elaboran estas cuestiones, donde aparece lo prohibido, lo pudoroso, lo que transmitido daría vergüenza, pero que se elabora a través de pensamientos que son distintos de la realidad y donde todo es posible”, explicó la Licenciada Moreira Uribe.

Según la profesional, hay distintos “tipos de juego” para las múltiples necesidades que tiene una persona adulta. “Hay juegos que apuntan a reforzar habilidades y destrezas cognitivas, algunos que sirven para la socialización, están los físicos, teatrales, lectura de cuentos, competencia y memoria”.

Asimismo remarcó: “No dejamos de jugar porque somos adultos, pero es cierto que las formas de jugar cambian. Es el caso de las personas que se convierten en abuelos o abuelas y ahí vuelven a encontrar una nueva forma de juego con sus nietas o nietos”.

El envejecimiento activo, aporta varios beneficios como: bienestar, salud física, psíquica y social, reduce el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades, ayuda a controlar otras como la obesidad, la diabetes, la hipercolesterolemia y puede favorecer el tratamiento de algunas patologías dolorosas.

“Es importante saber que muchos de estos beneficios requieren de una práctica regular, sistemática y continua”, destacó la profesora especializada, Guillermina Negro.

 

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