“La obesidad atravesó toda mi vida”

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Con un abuelo, madre e hijo obesos, Mariela (55) no duda en decir que los trastornos en la alimentación atravesaron toda su vida y la de su familia.

“Mi abuelo tuvo diabetes y nunca se quiso cuidar -cuenta-; quedó ciego y falleció joven. Dos de sus tres hijas fueron obesas, una de ellas mi mamá. Yo la repliqué y también una de mis primas”. El resto de sus familiares, apunta, también tuvo “problemas con el peso, pero ya de más grandes.

En su caso, “todo empezó a los 9 o 10 años, cuando me cambiaron de colegio. Desde entonces todos los grandes cambios en mi vida me provocaron lo mismo”, aclara. Sucedió cuando ingresó en la secundaria, a su egreso, después de que empezó a trabajar, con su casamiento, con otro cambio laboral y el nacimiento de su único hijo.

“Después recuperaba mi peso y aún hoy lucho con eso para poder cortarlo generacionalmente”, pero no se refiere a una dieta alimentaria –que sí está haciendo por estos días-, sino al tratamiento terapéutico que comenzó hace ya varios años.

“Mis viejos nunca se ocuparon ni preocuparon por esto, más allá de enseñarme a controlar las porciones de comida; eran otras épocas y se creía que los psicólogos eran para los que estaban locos”, revela Mariela.

Su hijo, que hoy tiene 22 años, también comenzó a subir de peso alrededor de los 9, sumado a un cuadro de enuresis. “Eso lo angustiaba un montón y creo que quería tapar ciertas emociones con la comida. Hizo terapia, pero entonces no estaba dispuesto y nosotros nunca quisimos que esto fuera traumático para él”.

Con la llegada de la adolescencia “bajó de peso, a los 19 años comenzó un tratamiento por su cuenta y siempre está trabajando con su peso”, cuenta Mariela, “se cuida y hace muchísima actividad física”.

 

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