El viaje libertario y sangriento del corsario que soñó con una América libre
Edición Impresa | 27 de Abril de 2025 | 03:29

El mar tiene memoria. No es solo un espejo cambiante de cielo y espuma. En sus profundidades se amontonan los fantasmas de galeones hundidos, los gritos de abordajes desesperados, las canciones de los condenados y las gestas que jamás encontraron espacio en los manuales escolares. Federico Andahazi, el escritor que alguna vez supo adentrarse en la psicología de Sade y en la alquimia de la palabra con El Anatomista, se lanza esta vez a las aguas procelosas del género histórico con una novela que tiene salitre, pólvora y rebeldía en cada página: Mares de Furia.
En tiempos donde los debates sobre la identidad, la historia y los mitos nacionales vuelven a ocupar el centro de la escena, Andahazi rescata del olvido a una figura que parece salida de una película de Errol Flynn, pero que existió, combatió y navegó con bandera argentina en los confines del mundo: el corsario Hipólito Bouchard. Y no lo hace desde el bronce ni la postal romántica, sino con una potencia narrativa que devuelve al lector la dimensión humana y contradictoria de un personaje que fue pirata y patriota, libertador y forajido, y que supo sembrar el pánico en los bastiones del imperio español mientras defendía con uñas y dientes una causa sudamericana.
La novela es un torbellino de acontecimientos: desde las costas del Río de la Plata hasta el asalto a las misiones en California, pasando por abordajes, traiciones, naufragios y camaradería corsaria, todo envuelto en una prosa ágil que no da respiro. Pero no se trata solo de una aventura marina: Mares de Furia ofrece una mirada aguda sobre el fin de una época. La novela transcurre en ese momento clave en que la América colonial empieza a resquebrajarse y aparecen los primeros bocetos de naciones independientes. Allí, en ese vacío de poder, en esa guerra de todos contra todos, Bouchard irrumpe como un héroe improbable, al mando de una tripulación de desclasados, idealistas, esclavos liberados, desertores y oportunistas.
Andahazi, que suele moverse como pez en el agua en los meandros de la ficción histórica, no se conforma con pintar de colores vivos una epopeya. También se sumerge en las pulsiones íntimas del protagonista, en sus contradicciones, en sus tormentos personales. Hay en Bouchard una tensión constante entre el deseo de gloria y la pulsión destructiva, entre la justicia y la revancha, entre la libertad como bandera y como caos. Y ese conflicto, tan actual, le da al libro una densidad que lo separa de las novelas de aventuras al uso.
Los lectores encontrarán, además, una galería de personajes históricos que se cruzan en la travesía como si de un juego de sombras se tratara: el Almirante Brown, Tomás Espora y hasta un joven Lord Byron, en una de esas licencias que la ficción agradece. Pero más allá del verismo o de la reconstrucción histórica precisa, lo que se impone es la atmósfera. Una atmósfera cargada de humedad, de cañonazos, de ron y de sangre. El lector navega a bordo del La Argentina, el navío que Bouchard comandó, y siente el crujir de las maderas y el olor a pólvora.
El libro aparece en un momento clave, donde la narrativa histórica en la Argentina parece haber dejado de lado la solemnidad para abrirse al riesgo, a lo lúdico, al mestizaje de géneros. Andahazi asume ese riesgo con oficio y pasión, recordándonos que la novela histórica no tiene por qué ser un acto de recreación museística, sino que puede ser también una trinchera desde la cual discutir el presente.
Editorial: Grijalbo
Páginas: 224
Precio: $24.999
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