Otra dura derrota legislativa, con costo político para Milei
Edición Impresa | 4 de Abril de 2025 | 04:09

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com
Tal vez haya sido el mayor revés legislativo para el gobierno desde su asunción. La caída de los pliegos de Manuel García Mansilla y Ariel Lijo para la Corte Suprema interpela en forma negativa directamente al presidente Javier Milei, que absorbió todos los costos previos.
Primero, la decisión de los nombres: no tanto por el académico de la Universidad Austral pero sí por el del juez más polémico y viscoso de Comodoro Py. Segundo, la jugada de nombrarlos por decreto “en comisión” -sólo asumió García Mansilla en esa condición, Lijo prefirió quedarse en su tribunal “por las dudas”- acaso especulando con que durante este año legislativo no pasaría lo que sucedió ayer en el Congreso.
Demás esta decir que luego de la votación negativa de anoche, García Mansilla ha quedado en una situación muy incómoda, a tiro de cuestionamientos de todo tipo.
Hace casi un año que Milei envió las nominaciones para la Corte, lo que también resalta la imposibilidad de los libertarios para zurcir acuerdos. Es verdad que son minoría en el Congreso. Pero no es menos cierto la tendencia oficialista, en particular en la Casa Rosada, a maltratar a los opositores que han actuado como aliados legislativos durante el arranque de la gestión, esos que habilitaron la aprobación de otras iniciativas polémicas. Como la Ley Bases -que posibilitó el ajuste fiscal-, y el blindaje a los vetos presidenciales que hubieran significado derrotas políticas y económicas para Milei, como las leyes de financiamiento universitario y de movilidad jubilatoria.
La primera piña que se comió La Libertad Avanza ayer fue que la sesión fue posible porque se reunió el quórum con lo justo: 37 senadores. De ellos, 33 fueron de Unión por la Patria (sobre un bloque de 34) y el resto de otros partidos, como la parte más belicosa de la UCR -Martín Lousteau por ejemplo- y el PRO de Mauricio Macri, vía Alfredo De Angelis. Una rara alianza coyuntural. No tanto por la actitud del titular del radicalismo, que viene jugando bastante cerca de los K en otras cuestiones, sino por lo del macrismo.
Así, es claro el mensaje de un Macri probablemente harto del ninguneo de la Rosada y de la obsesión de la mesa chica de Milei, aquel triángulo de hierro, de disputarle a muerte el predominio en la Ciudad de Buenos Aires -el kilómetro cero del PRO- mientras durante un año suplicaron por ayuda en el Congreso para evitar fracasos propios pero, sobre todo, éxitos del kirchnerismo. Por cierto, siempre se evidenció en contra de Lijo y del mecanismo de designación de los jueces supremos por decreto, aún cuando en su propia historia como presidente cayó en la misma tentación -Rosatti, Rosenkrantz- aunque sin que se concretaran nunca las asunciones por esa vía.
Intento fallido
Durante una mañana vertiginosa, la Rosada intentó evitar ayer por todos los medios que el Senado sesionara. Hubo llamados a gobernadores que esta vez no prosperaron. El titular del bloque de La Libertad Avanza, Ezequiel Atauche, intentó sin éxito meter con fórceps el proyecto de ficha limpia para que el kirchnerismo reculara. Y hasta hubo un pedido al presidente provisional de la Cámara, Bartolomé Abdala, para que suspendiera y postergara la sesión a mayo vía decreto interno.
Ante la imposibilidad de hacer caer la sesión, rápido el aparato comunicacional del gobierno salió a buscar un culpable del cachetazo que se venía: se apuntó a la vicepresidenta Victoria Villarruel (ayer a cargo del Ejecutivo por el viaje de Milei a EE UU), a quien acusaron de boicotear la estrategia para evitar la sesión.
Sea cierto o no, ¿en serio pretendían que opere activamente a favor de los deseos del Presidente cuando, se sabe, nunca digirió el nombre de Lijo y además hace meses que Milei y su hermana Karina la consideran casi un enemigo, desplazándola de toda actividad oficial, recortando a la nada misma su presencia en la dinámica de la gestión libertaria y ubicándola así en el bando de los maltratados? Ilusos. O neófitos de la política.
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