Una mesa compartida para pensar la amistad
Edición Impresa | 25 de Mayo de 2025 | 04:06

En un mundo que corre con prisa, donde los vínculos tienden a resumirse en emojis o en el conteo de seguidores, un neurocientífico argentino y un escritor español decidieron poner pausa y mirar con lupa un lazo humano tan esencial como poco explorado: la amistad. El resultado fue un ensayo coral, tan original en su forma como profundo en su contenido, que hoy llega a las librerías con un título tan simple como potente: Amistad. Un ensayo compartido.
La obra, publicada por Debate y Libros del Asteroide, es el fruto de la colaboración entre Mariano Sigman, neurocientífico y divulgador reconocido por su capacidad para tender puentes entre la ciencia y la vida cotidiana, y Jacobo Bergareche, autor español de ficciones cargadas de humanidad. Lo que en principio iba a ser un intercambio epistolar sobre sus propios lazos afectivos, fue tomando una forma inesperada: la de un banquete platónico, literalmente. Una mesa larga, instalada en una nave industrial de las afueras de Madrid, sirvió durante cinco días como punto de encuentro para 75 personas de edades, clases y oficios diversos, todas convocadas para conversar sobre qué significa ser amigos, cuándo una amistad se convierte en amor o si es posible ser íntimos sin verse durante años.
No fue un congreso académico ni un grupo de discusión de laboratorio. Fue una experiencia vivencial, alimentada por comida, vino y sobremesas largas, que luego tomó la forma de libro, y también de podcast. El podcast, disponible en Spotify con nuevos episodios cada jueves, condensa algunas de las charlas más reveladoras del experimento, que van desde la memoria de una infancia compartida en un barrio, hasta la angustia silenciosa de una amistad que se deshilacha sin conflicto.
En el libro, Sigman y Bergareche no intentan definir la amistad desde una única mirada. Al contrario, se proponen multiplicar las voces para mostrar su riqueza, sus contradicciones y su mutabilidad. Lo hacen desde la ciencia, citando estudios sobre resonancia cerebral entre amigos o el poder fisiológico de una conversación cara a cara, pero también desde la literatura y la experiencia vivida. Porque si algo enseña este ensayo es que, aunque la amistad no esté ritualizada como el matrimonio ni garantice el respaldo institucional de la familia, sostiene nuestras vidas de maneras tan profundas como invisibles.
En una entrevista reciente, Sigman reflexionaba sobre esta ausencia de legitimidad simbólica. “No existe una palabra para nombrar el fin de una amistad. No hay duelo social, ni días libres por romper con un amigo. Y, sin embargo, hay amistades cuya pérdida duele más que una separación amorosa”. Esa omisión, que parece cultural pero también lingüística, es uno de los ejes que atraviesan el libro: la amistad como un vínculo crucial, y al mismo tiempo subestimado.
Bergareche, por su parte, encuentra en la amistad una forma de libertad. “La amistad no exige exclusividad, ni se basa en un contrato. Es un espacio donde uno puede ser sin negociar tanto”. Esa idea late en cada una de las conversaciones reunidas: las de una actriz que no distingue entre amigas y hermanas, la de un joven migrante que sobrevivió gracias al afecto de desconocidos, o la de un colectivo de grafiteros que se eligen a diario como familia urbana.
Amistad no busca nostalgia ni recetas, sino conversación. Invita a repensar lo que damos por hecho: ese amigo con el que no hablamos hace meses pero sabemos que está; esa amiga con la que podemos llorar sin explicaciones; ese grupo que nos devuelve una versión de nosotros que el trabajo o la pareja a veces no permiten. El libro es, también, una defensa de la lentitud y la escucha en tiempos de vínculos desechables.
Editorial: Debate
Páginas: 208
Precio: $21.999
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE