“Éramos tan flacos”: imágenes de la vida de un universitario en los 90
Edición Impresa | 29 de Mayo de 2025 | 05:11

Carlos Castro llegó a La Plata a estudiar en los 90. Eran tiempos apolíticos, los días del supuesto “fin de la historia”, pero en las facultades, debajo de esas noventosas superficies de placer culposo, y a pesar de la supuesta caída de los grandes relatos, la efervescencia juvenil por los debates políticos era tan álgida como siempre. Allí estaba Castro: hablaba poco, casi nunca, pero filmaba, con una cámara que le prestó un amigo y que nunca devolvió.
Los videos de la vida estudiantil, de las asambleas y debates de aquellos días donde los estudiantes confrontaban con el Gobierno por la aplicación de la Ley de Educación Superior, son el corazón de “Éramos tan flacos”, documental de Castro que se verá en La Plata hoy, a las 19, en el Planetario, en el marco de las Jornadas Documentales de la Asociación de Directores y Productores de Cine Documental Independiente.
Una película con debates y luchas que remiten directo al presente, pero que, advierte el cineasta en diálogo con EL DIA, “no tiene ninguna respuesta concreta: es el retrato de aquellos años, es ante todo una historia de juventud, un retrato de la vida cotidiana de un estudiante en los 90, cuando el WhatsApp de esa época era una bicicleta”.
“Cada vez que me encuentro con alguien de esa época digo ‘ahí va un real visceralista’, porque como en la novela de Bolaño (‘Los detectives salvajes’), éramos como los poetas del libro, que se encuentran en un momento y después andan desplegados por todos lados”, dice el realizador de “Regreso a Coronel Vallejos”. Ese espíritu es el de su película, la historia “del descubrimiento de un pibe del interior que viene a La Plata a estudiar, en un momento además donde venían pibes de todas las regiones del país: yo tenía compañeros de Mendoza, de Jujuy,d e Entre Ríos, y eso enriquecía muchísimo la la la perspectiva, permitía un diálogo con las distintas regiones del país y le daba una perspectiva a la militancia política muy grande. No estabas centralizado en un lugarcito, entonces discutías con una riqueza mucho más grande”.
Esas discusiones aparecen, capturadas desde un rincón del asunto por un joven Castro, que se reencontró con el material en 2019, cuando empezó a digitalizar su archivo VHS, un material “chillón, áspero”, que para el cineasta es una buena metáfora de los 90, y encontró los videos que había filmado en sus días de estudiante, con una cámara prestada por un amigo que casi pierde, cuenta, “porque no se la devolví más, me pasaba grabando”.
Retrato de juventud conformado por sus videos, y ordenados por su voz en off, cuenta Castro la película tenía otra forma hasta el ingreso de su montajista, Pedro Barandiarán, quien trabajó para encaminar el proyecto y para que Castro tome distancia del personalísimo material (“regresar al al pasado encontrarte con tu voz de joven, es como dialogar con vos mismo, volver a ver volver a rumiar toda tu historia: al menos para mí no fue fácil”) y mire ese archivo en VHS con otra perspectiva.
En aquellas asambleas se debatía la Ley de Educación Superior, y el documental pasó a tener esa historia como eje de su relato, convirtiéndose “en una especie de fresco de esa época, que ahora toma dimensión por la coyuntura universitaria actual, a la que lentamente van secando. Aunque creo que en aquellos años era peor, las universidades estaban muy contraídas, ya estaban secas, se habían caído los grandes relatos y nosotros, como militantes, teníamos como referentes a una generación que había perdido a sus amigos y compañeros, teníamos una orfandad política muy grande”.
A ese fresco de época Castro suma también otros materiales, testimonios de compañeros y filmaciones aficionadas, e imágenes que muestran también “los vicios que habían quedado de la dictadura”: la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) que aportó las imágenes que grababa la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires (DIPPBA) dentro del movimiento estudiantil platense. La reconstrucción del 20 de febrero de 1996, cuando una asamblea en las aulas de la UNLP terminó en una feroz represión, “está construida fundamentalmente con los archivos de inteligencia que estaban ahí, bastante infiltrados. Una cámara que vigila, una especie de panóptico para los estudiantes de esa época”.
El resultado es, dice Castro, una aproximación a los 90, una década que no ha sido tan revisitada por el cine, “y una etapa compleja, que hay que volver a mirar”.
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