Al fin, Provincia
Edición Impresa | 5 de Mayo de 2025 | 02:11

Juan Antoni Yanuzzi
eleconomista.com.ar
Una serie de instituciones e incentivos hicieron que por décadas la política bonaerense fuera condicionada y determinada desde la Casa Rosada y por las tendencias nacionales. Hoy la Provincia está abriendo un nuevo rumbo que, al menos por los próximos dos años, va a producir dinámicas inéditas en la política subnacional y en la de sus 135 municipios.
La provincia de Buenos Aires podría estar a las puertas de un cambio político profundo: la provincialización de su sistema de partidos.
Mientras otras provincias ya recorrieron ese camino, sería una novedad para el distrito que concentra nada menos que el 38% por ciento del padrón nacional.
Separarse de la dinámica política nacional podría ayudar a romper viejas inercias que históricamente perjudicaron a los bonaerenses. Durante años, el gobernador de la Provincia quedó atado a la suerte del candidato presidencial. Ganar en Buenos Aires era casi una condición para llegar a la Casa Rosada, y eso convirtió al gobierno provincial en un apéndice del Ejecutivo nacional. El resultado: más de 17 millones de personas vieron cómo sus intereses quedaban relegados frente a las urgencias del poder central.
Las consecuencias de esa subordinación están a la vista. Buenos Aires ocupa los últimos lugares en la distribución per cápita de recursos nacionales. Aporta mucho más de lo que recibe en el esquema de federalismo fiscal y tiene una representación legislativa muy por debajo de su peso demográfico.
Todo esto no solo refleja su dependencia política: también explica buena parte de las desigualdades estructurales que arrastra.
Desde el plano teórico, el federalismo debería funcionar justamente como un antídoto contra estos desequilibrios. Como señala el politólogo catalán Josep Colomer, contar con varios niveles de gobierno y elecciones separadas aumenta las chances de que los votantes encuentren representación, incluso cuando no comparten la orientación del gobierno nacional. Separar los comicios nacionales y provinciales no es un capricho: permite que cada elección tenga su propia agenda y potencia la posibilidad de gobiernos divididos, algo que suele mejorar la calidad de la representación democrática.
Claro que, en la práctica, las decisiones sobre desdoblar o no las elecciones pocas veces responden a esos ideales. Suele pesar más el cálculo político: si el candidato presidencial ayuda, se unifica; si arrastra para abajo, se desdobla invocando la autonomía provincial.
Más allá de los motivos coyunturales, avanzar hacia una política bonaerense más autónoma podría abrir una oportunidad histórica: la posibilidad de que los principales distritos demográficos y productivos del país se organicen para defender sus intereses con más fuerza frente al poder central.
Aún quedan por definirse los detalles del desdoblamiento, tanto en plazos como condiciones, pero la mayor incógnita es si podrá perdurar. Las características actuales del sistema político nacional nos hacen pensar que la provincialización estaría encabezada por el kirchnerismo, aunque las disputas dentro del peronismo podrían encauzar al hegemon hacía nuevas alternativas.
“Buenos Aires ocupa los últimos lugares en la distribución per cápita de recursos nacionales”
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