El cuidado de las uñas: riesgos detrás de algunos tratamientos

Entre tantas formas de pintarse las uñas, hacerlo con gel puede tener consecuencias dermatológicas e inmunológicas

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Por más que el marketing insista con la promesa de manos perfectas, uñas de impacto y resultados “profesionales” en minutos, cada vez más voces del ámbito médico y científico alertan sobre los peligros que se esconden detrás de las prácticas estéticas para embellecer nuestras uñas. En un escenario donde las redes sociales dictan tendencias y la imagen ocupa un lugar central en la identidad, la salud muchas veces queda relegada. Y las uñas, lejos de ser simples placas de queratina, son la primera línea de defensa del organismo frente a agresiones externas. Ignorarlo puede tener consecuencias tan inmediatas como duraderas.

La manicura semipermanente, el esmaltado en gel, las uñas acrílicas, las “press-on”, los sistemas híbridos y la cada vez más popular manicura rusa no solo compiten en duración, brillo y diseño: también comparten un denominador común que en los últimos años ha encendido alertas en consultorios dermatológicos de todo el mundo. Uno de los riesgos más frecuentes es la dermatitis de contacto, una reacción alérgica que puede producirse por el uso de acrilatos y otras sustancias presentes en esmaltes, pegamentos y geles. Esta inflamación, que genera enrojecimiento, picazón, dolor e incluso ampollas, puede manifestarse no solo en las manos, sino también en otras partes del cuerpo que entran en contacto con los alérgenos a través del rascado o el roce.

Limarse las uñas en exceso puede ser riesgoso / Freepik

Otro de los grandes problemas es el deterioro progresivo de la uña natural. El uso constante de productos endurecedores, la exposición a agentes químicos agresivos, el limado excesivo de la superficie ungueal y la oclusión prolongada con materiales sintéticos pueden causar adelgazamiento, estrías, pérdida de brillo y fragilidad. Incluso después de suspender los tratamientos, muchas personas deben esperar meses hasta recuperar la salud de sus uñas.

Pero lo más inquietante, quizás, es el vínculo entre ciertos procedimientos estéticos y el aumento del riesgo de cáncer de piel. Las lámparas UV utilizadas para curar esmaltes en gel o semipermanentes emiten radiación ultravioleta similar a la de las camas solares. Y aunque el tiempo de exposición sea breve, la acumulación de sesiones a lo largo del tiempo puede tener un impacto significativo. Diversos estudios científicos, entre ellos investigaciones revisadas por la FDA y dermatólogos de la American Academy of Dermatology, han detectado daños en el ADN de las células cutáneas de las manos expuestas de forma reiterada a estas lámparas. Si bien el riesgo no es alarmante en términos estadísticos, sí resulta suficiente como para replantear la necesidad de adoptar medidas preventivas, como el uso de protector solar de amplio espectro o guantes sin dedos durante el secado.

En este contexto, la manicura rusa, tendencia importada del este europeo que promete acabados ultra prolijos mediante la eliminación total de la cutícula con torno, ha generado especial preocupación entre especialistas. La cutícula cumple un rol fundamental como barrera frente a bacterias y hongos. Su remoción completa, lejos de embellecer, expone al cuerpo a posibles infecciones como la paroniquia, una inflamación dolorosa que puede requerir tratamiento antibiótico o incluso quirúrgico.

El problema no se reduce a lo que se aplica sobre la uña. También entran en juego las condiciones de higiene del lugar donde se realiza el procedimiento, la formación del personal que lo ejecuta y el tipo de productos utilizados. Algunos de ellos, como el metacrilato de metilo, están prohibidos en varios países por sus efectos adversos, que incluyen desde mareos y somnolencia hasta daño permanente en la lámina ungueal.

Cinco claves a tener en cuenta

❑ 1. Alergias: productos como geles y acrílicos contienen químicos que pueden causar dermatitis de contacto, con picazón, enrojecimiento y ampollas.

❑ 2. Uñas debilitadas: el limado excesivo y el uso continuo de esmaltes agresivos dañan la uña natural, volviéndola frágil y quebradiza.

❑ 3. Riesgo de cáncer de piel: las lámparas de luz ultravioleta (UV) usadas para secar esmaltes pueden dañar el ADN celular y aumentar el riesgo con el tiempo.

❑ 4. Infecciones: la remoción total de cutículas, como en la manicura rusa, deja la zona vulnerable a bacterias y hongos.

❑ 5. Toxicidad: algunos productos contienen sustancias prohibidas en otros países, con efectos adversos en la piel, las uñas y la salud general.

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