En Villa Elvira, el barrio cerrado que busca proteger a los jubilados

En 1999, PAMI “blindó” una manzada en 116 y 76. Creó 45 casas para jubilados sin techo. Cómo viven en la actualidad

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El platense Antulio Pozzio conocido como “Galo” donó el terreno en 1991 y el PAMI hizo un barrio para Jubilados solos o en familia que no pueden tener casa propia. En ese entonces, el director era Víctor Adrián Alderete. La manzana con 45 casas, está ubicada en forma de rombo en 117 y 118 entre 74 y 75, Villa Elvira. Siendo este un terreno privado, la Municipalidad no interviene dentro del predio que continúa en la órbita de la obra social.

El particular esquema indica que las casas van cambiando de dueño a medida que muere la persona o su pareja. Cuando sucede esto en el frente de la casa se coloca una cinta de clausura y se espera a que las autoridades de PAMI la ceda a otra pareja o persona sola. Actualmente 36 casas están habitadas y 9 desocupadas.

Producto de varias noticias publicadas sobre inseguridad en la zona, en 1999 pusieron las rejas alrededor de la manzana, sin consulta. Al principio a los vecinos no les gustó porque se sentían animales enjaulados.

Las vallas verdes de dos metros los separaban del resto de las manzanas aledañas desvinculándolos de los vecinos.

Por estos días, alrededor de las rejas las pintadas indican “barrio tripero” -como lo era Pozzio-. Lo dicen los postes pintados de azul y blanco.

diagonales para que entre sol

En una esquina hay un tanque de agua en común, que por varios años estuvo roto y en una manzana que está completamente cerrada por rejas verdes gastadas, 45 casas de techos rojos de capilla y de loza gastada. Hacia adentro se pueden ver tres calles. Así luce el barrio de jubilados, con diagonales que hacen que siempre entre el sol por sus ventanas.

Cinco portones cerrados con candado y cadena no permiten el tránsito y solo uno se mantiene habilitado. Tienen carteles que indican “ingreso de ambulancia” y “entrada por calle 74”.

Desde atrás de un portón se asoma Claudia Pietro, con un polar azul y un gorro azul en la cabeza. Sus pelos rubios y ojos verdes contrastan con el día gris. "Acá se hace asambleas y se vota, se ponen de acuerdo todos y cerramos los portones. De esta manera, evitamos un montón de tránsito de motos y de personas. Queda como una zona residencial", dijo la pareja del administrador sobre los portones cerrados.

"Yo soy el primer habitante del barrio. Soy pionero hace 30 años", dice Abel Vilches, el administrador del barrio. Desde la pandemia se encarga de los problemas de los vecinos. Su hijo, Marcos Vilches, se encarga de cortar los árboles y de mantener limpia la manzana.

“Todas las viviendas son exactamente iguales. Solo una tira de casas tiene dos dormitorios y las demás son de un solo dormitorio”, explicó el mayor de los Vilches.

Cada habitante tiene la casa como comodato y se le descuenta del sueldo el 10% cada mes, porcentaje que se destina al mantenimiento de las viviendas.

“El día que parte la ocupa otro jubilado” y tiene que pertenecer al PAMI pero “en mi caso, si yo parto le queda a ella”, explicó sobre la sucesión de la vivienda al cónyuge, si ambos fallecen los hijos deben dejar la vivienda.

En una de las casas vive una persona con discapacidad y tiene PAMI. Quedó sola cuando su madre falleció. Los vecinos lo ayudan y asisten si lo necesita.

“Si hay postulantes se estudian los casos, que no tenga vivienda, que no tenga ninguna propiedad a su nombre y que la necesidad sea la vivienda”, remarcó el administrador.

Si bien la última casa que se dio fue hace dos meses a una familia, el barrio está descuidado, con poca atención por parte del PAMI. Los vecinos piden por pintura para los techos y las rejas del perímetro, más control sobre las viviendas deshabitadas y cuidados a los jubilados que viven solos. Siendo un lugar tranquilo y habitable el barrio no quiere ser olvidado.

“Los árboles de 117 son un peligro. Pedimos que vengan a sacarlos, ya son árboles muy viejos y levantaron toda la vereda”, dijo el joven Marcos Vilches.

Problemas en la sucesión

Cuando las casas quedan sin usuarios deben ser desalojadas. Esto generó problemas porque el tener que sacar a los hijos por las buenas o por la fuerza no es agradable para personas que, en casos, vivieron la infancia allí.

Cuando la casa queda deshabitada el poco control genera riesgos de usurpación.

"En una casa entraron y rompieron la puerta. En otra casa vinieron con un camión, en la casa 10 y después en la casa 6. En otro un sobrino se quedó con la llave y la vendió”, dijo el administrador.

 

 

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