“Íntimo y personal” de Sara Alicia Canestri

Cuando uno decide formar una familia, empieza, sin darse cuenta a tejer una urdimbre invisible. Los hilos que la forman son nuestra pareja, nuestros padres, nuestros hermanos y mas tarde los hijos y los sobrinos que van llegando.

A medida que pasan los años, algunos felices y tranquilos, otros mas duros y difíciles, la familia se va renovando. Incorporamos a las parejas de los hijos, nuestros padres solo están presentes en el recuerdo y en las anecdotas de una mesa dominguera y nosotros pasamos a ser la cabeza de la tribu.

Esa urdimbre fue tejida con alegrías y tristezas, con amores y desamores, con encantos y desencantos.

La trama no fué perfecta, quedaron algunos agujeros producto de diferentes formas de pensar, de hechos dolorosos por los cuales indefectiblemente pasamos y no supimos resolver correctamente. Y quedó la estela.

“Es una realidad que no deja de deslumbrarnos”

Llegaron los nietos, con toda la vida por delante, con sueños, pero tal vez con tristezas que les dejamos nosotros.

Y por último, los bisnietos. Esos pequeños personajes que ya a los tres años eligen la ropa, comen brócoli, discuten con los jugadores de futbol, los alientan pero tambien los amonestan, conocen el cabildo y lo que significa el 25 de Mayo, saben que la cigueña no existe, cocinan con sus abuelos. Etcéteras. Es una realidad que no deja de deslumbrarnos.

Como haya sido la vida que nos toco a cada uno, vale la pena seguir brindando por los que estamos y por los que nos enseñaron a ser como somos.

“Como plastilina la familia se moldea, se divide, se pega, pero nunca se rompe del todo”.