A un mes del fuego: vida nómade y desolación
Edición Impresa | 17 de Agosto de 2025 | 03:39

Ennegrecidos, los envoltorios y cajas de cartón con termotanques, cocinas y heladeras indican más que el interés de las miradas deseantes de algunos transeúntes, interdictas por la custodia Municipal y Policial. Para los vecinos del depósito de diagonal 77 y 48, son hoy parte de la explicación de porque a un mes de las llamas que alarmaron a la Ciudad, esa esquina parece una zona de guerra o de muerte: todo en silencio, vallado, con negocios cerrados, más un edificio entero y una casa cerrados a sus propios dueños, que están rebotando entre casas de amigos y familiares u hoteles.
Con motivo del “cumple mes”, ayer se desarrolló allí una especie de asamblea callejera en la que, según presenció este diario, se pudieron pasar en limpio, al menos en público, ideas sobre la angustia que genera la incertidumbre de no tener un dato sobre cuándo se podrá retomar la vida en ese enclave.
“Estamos sin información y sin casa”, resumió la estudiante Brisa Peralta, una de las vecinas del edificio lindero al depósito, sobre la calle 48. Antes, la psicóloga Verónica Salvi, propietaria de la casa también vecina, medianera de por medio sobre diagonal 77, contó que en su propiedad todavía hay escombros del incendio y la demolición que quedó trunca la semana pasada. “Mitre se llevó las máquinas el jueves”, dice sobre la empresa especialista en la destrucción controlada. La vista sobre la calle indica eso. No se ven retroexcavadoras, grúas, ni el robot capaz de picar cemento. Sólo el vallado cerca de las esquinas y más al centro polvillo en el piso. La mujer argumentó sobre la detención de las tareas. “Su abogado (dijo en referencia a Roxana Aloise, titular de la firma dueña del depósito y apuntada en la investigación del siniestro) presentó un pedido para sacar los electrodomésticos. Yo, como particular damnificada, a través de mi abogado, pedí que no los dejen sacar nada. Entonces, la Justicia dice que no se saque nada hasta que esté el resultado de la pericia de la Facultad de Ingeniería”.
Este diario consultó en la Municipalidad sobre el avance del estudio de estabilidad del edificio mencionado en el vecindario y los alcances de la actuación que desarrolla en el lugar, tomando a cargo la demolición y reubicación de vecinos desplazados de sus casas. Al cierre de esta edición no había obtenido una respuesta.
“Nadie nos escuchó”, sostuvo Salvi sobre el análisis del último mes y siguió en tono de reclamo: “Los funcionarios nos destratan. Ayer (viernes), estuve 45 minutos en la puerta del Palacio Municipal para pedir que saquen los escombros de mi casa”. A su lado, un joven estudiante que volvió de las vacaciones de invierno, preguntaba por una vía que le permitiera conseguir lugar en un hotel. “Le escribí a un funcionario de Desarrollo Social y ni me contestó los mensajes”, lamentó. “Tenemos fecha límite para el martes 18. Ahí es cuando tenemos que volver”, dijo, incrédula y apretando un termo bajo el brazo, Mailén González. Vive en un hotel desde hace un mes.
a la comisaría
La charla, con recuento de reclamos y pesares, terminó en la comisaría primera. El grupo se presentó para dejar constancia del cuadro, de los perjuicios materiales y emocionales en estos 30 días. Les dijeron que se dirijan a Tribunales y para allá irán mañana: “Vamos a la Fiscalía para que se habiliten las pericias pertinentes a nuestro edificio. No sólo para entrar y buscar más cosas. También para que nos garanticen al 100% qué día podemos volver a ingresar y vivir. Sumado a que distintos vecinos tienen que observar sus departamentos y hacer ciertas reparaciones” avisó Peralta, casi abogada y portavoz del grupo en esa diligencia.
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