La ataron con cinturones para desvalijarle la casa

Actuaron dos ladrones encapuchados, que se colaron en su vivienda de la calle 40 entre 25 y 26 y le quitaron todo lo de valor

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Una tarde que parecía tranquila se transformó en una verdadera pesadilla para una jubilada de La Loma.

La mujer, que reside en una vivienda ubicada en 40 entre 25 y 26, descansaba en la habitación de la planta baja cuando, cerca de las 19:30, su tranquilidad se quebró de forma brutal.

Dos encapuchados irrumpieron en el domicilio, la sorprendieron sin darle tiempo a reaccionar y comenzaron a exigirle dinero a los gritos aplicando una violencia que la dejó paralizada de miedo.

Los delincuentes, según trascendió, vestían camperas negras y llevaban puestos pasamontañas, claro está, para evitar dejar rastros de sus rasgos faciales.

“¡Quedate quieta, dame la plata!”, le gritaron, mientras uno de ellos la tomaba del brazo con fuerza.

La mujer intentó explicar que no tenía dinero, que solo era inquilina, pero los intrusos insistieron con amenazas y empujones.

En cuestión de segundos, el que parecía liderar el asalto le cubrió el rostro con una campera, dejándola completamente a oscuras y a merced de la violencia.

La escena se volvió aún más angustiante cuando los ladrones la obligaron a subir al primer piso de la vivienda.

Allí la acostaron boca abajo sobre una cama y la inmovilizaron con dos cinturones, dejándola sin poder moverse ni ver qué sucedía a su alrededor.

En medio del silencio roto por los ruidos de cajones y muebles, la víctima escuchaba cómo los intrusos revolvían cada rincón en busca de objetos de valor.

Los minutos pasaban lentamente, cargados de miedo, mientras la mujer temía que la situación pudiera terminar de la peor manera.

Tras unos momentos que parecieron eternos, el ruido cesó. Con un esfuerzo desesperado, la jubilada logró liberarse de las ataduras y, todavía con el corazón acelerado, salió hacia el balcón para pedir ayuda.

Su pedido de auxilio alertó a los vecinos, quienes llamaron de inmediato a la Policía.

Los asaltantes ya habían huido con su botín: una bicicleta rodado 29, las llaves del domicilio, un teléfono celular y unos 30 mil pesos en efectivo, dejando tras de sí una escena de desorden y terror.

En estas horas, los investigadores analizan cuadro por cuadro las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona.

Buscan determinar si los delincuentes realizaron tareas de inteligencia previa, cuál fue su ruta de escape y si hubo más personas involucradas en el ataque.

Cada detalle puede ser la punta del ovillo para identificar a los responsables de un hecho que dejó a la víctima en estado de shock y a todo el barrio con una sensación de vulnerabilidad e impotencia ante semejante nivel de violencia.

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