El infierno por una foto: la historia de una joven platense y la violencia sexual digital que la marcó para siempre
| 7 de Agosto de 2025 | 15:14

Catalina Maluendez tenía 14 años cuando una simple acción —una captura de pantalla— cambió su vida por completo. Como muchas adolescentes de su generación, chateaba con el chico que le gustaba. En un intercambio cotidiano en Snapchat, él le pidió una foto íntima y ella accedió, creyendo que la imagen desaparecería automáticamente. Pero no fue así.
Al recibir la notificación de que él había tomado una captura, Catalina sintió el primer escalofrío. Él intentó tranquilizarla: “Es para mí, quedate tranquila”. Sin embargo, la imagen terminó viralizándose en redes sociales y grupos de amigos del adolescente, jugador de un club muy importante de La Plata. Así comenzó un calvario digital.
“Me empezaron a llegar cataratas de mensajes, la mayoría anónimos. Insultos, amenazas y comentarios sexuales, incluso de hombres grandes que ni conocía”, relató Catalina en una entrevista con La Nación. “Me dio mucho miedo. Era todo muy fuerte para una chica de 14”.
La violencia sexual digital que sufrió fue devastadora. A los insultos y el acoso se le sumó una culpa que la paralizó: sintió que había sido su culpa por mandar esa foto. Borraba mensajes o los releía en silencio. Nadie lo sabía. Ni su familia, ni sus amigas, ni sus docentes. “Lo tuve que atravesar sola”, reconoció.
Pasaron años hasta que Catalina pudo entender que había sido víctima de una forma de violencia de género: la difusión no consentida de imágenes íntimas, también conocida como violencia sexual digital. Recién a los 18 años encontró la fuerza para hablar. Conoció a otras chicas que pasaron por lo mismo y, juntas, fundaron el proyecto Fuerza Activa, con el que recorren escuelas para brindar talleres de prevención y contención.
En diciembre de 2024, Catalina participó de una charla TED-Ed, donde compartió su experiencia ante cientos de jóvenes. Fue en ese momento —frente al micrófono y las cámaras— que su familia se enteró por primera vez de lo que había vivido. Su amiga Delfina Bellagamba, clave en su proceso de sanación, la acompañó desde el primer día en que pudo contar su historia. “Después de que pudo ponerlo en palabras, la veo superlibre”, contó.
Catalina hoy tiene 20 años, estudia Comunicación Social y es referente en temas de violencia digital. Reflexiona sobre su adolescencia marcada por la hipersexualización: “En redes me exponía muchísimo, lo tenía naturalizado. Era parte del pertenecer”.
“Hablar da resultado”
A pesar del dolor, Catalina transformó su historia en motor de cambio. Hoy, muchos municipios y docentes utilizan su charla TED-Ed como recurso educativo. Su mensaje es claro: la prevención no debe limitarse a decir “no reenvíes”, sino a desnaturalizar prácticas violentas y educar en el respeto.
“Son chicos muy chicos los que ya están naturalizando estas cosas”, advirtió. Por eso, insiste en hablar, incomodar y, sobre todo, acompañar.
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