Acordeón y cuerdas: Chango Spasiuk vuelve a La Plata
Edición Impresa | 12 de Septiembre de 2025 | 03:23

El acordeonista misionero Chango Spasiuk vuelve a la Ciudad con una propuesta distinta: se presentará junto a Sur del Sur Ensamble, “en una noche donde la música de cámara se tiñe de tierra roja”: la velada tendrá lugar esta noche a las 19 y a las 21, en el Teatro Argentino, y tendrá a Chango acompañado al ensamble de cuerdas especializado en música popular contemporánea.
“Es un concierto de mi música en un formato de cámara”, explica Spasiuk, en diálogo con EL DIA. “Por lo general, el ensamble Sur del Sur es mucho más grande, pero para este concierto particularmente vienen en formato de cuarteto de cuerdas: dos violines, una viola y un chelo. Y el repertorio va a girar alrededor de mi música adaptada para este formato de cuarteto de cuerdas”, agrega.
Chango vuelve a la Ciudad y al Teatro Argentino, y avisa que “por supuesto haremos algo de Astor Piazzolla, ya que estamos tocando en la Sala Piazzolla”. “Una sala hermosa”, la define, “aunque por supuesto, la Ginastera también. Pero particularmente me gusta la Piazzolla, como se proyecta el sonido ahí, el grado de intimidad: no es una sala tan grande, y para un ensamble de estas características es un lugar ideal”.
- ¿Cómo se llevan sobre el escenario las cuerdas con tu acordeón?
- Yo creo que las cuerdas se llevan muy bien con todo. Un cuarteto de cuerdas siempre suena bello, siempre crea una textura y le da una intensidad a la música que a mí me gusta muchísimo. En todos mis proyectos siempre hay un violín y un chelo, y en este caso este cuarteto de cuerdas me entusiasma un montón, cómo suena tan bien mi música y lo bello que es junto con las percusiones de madera.
- ¿Qué es el acordeón para vos?
- Es un instrumento que siempre he querido tocar, no me he cansado de tocar el acordeón. Y de hecho, cada vez que lo hago me da mucha felicidad, hay algo en mí que se siente en paz, y con mucha plenitud. Es intransferible el sentimiento: las cosas que nos pasan interiormente, emocionalmente, anímicamente, son bastante difíciles de explicar con palabras. Pero el acordeón es un instrumento maravilloso, todos los instrumentos lo son. Pero bueno, yo desde niño que toco el acordeón, y he querido tocar siempre el acordeón y han pasado más de cuarenta años y esas ganas no se han agotado. Así que, por ahora, vamos a intentar seguir tocando. Y, de hecho, siempre estoy tratando de ver acordeones y siempre que veo un acordeón que nunca toqué, me da curiosidad cómo se ha de sentir, cómo ha de sonar, cómo se ha de sentir colgarse y armar algunos acordes: hay ahí una curiosidad que nunca se nunca se agotó en mí.
- El chamamé siempre anduvo por los márgenes, incluso el folclore lo tiene como una música… ¿cómo ha sido navegar el mundo de la música desde el chamamé todos estos años?
- Sí, el chamamé ha pasado por un montón de diferentes miradas a lo largo de las décadas, pero nuestros referentes han hecho un gran trabajo: Ernesto Montiel, Tarragó Rós, Teresa Parodi, por supuesto, Raúl Barbosa, que siempre ha sido un maestro para mí y un referente para mi generación. Ellos han hecho el trabajo más duro, ellos son los que han abierto un montón de puertas, han hecho un montón de caminos que mi generación y las que me continúan han podido transitar de una manera un poco más amable. Y tener la memoria de eso hace de que uno intente ser lo más responsable para cuidar y celebrar ese camino que nos han dejado los mayores.
- Siempre es un contexto de crisis en Argentina. ¿Cómo es hacer música, invitar a bailar, a sentir la música, en estos contextos de crisis? ¿Qué brinda la música?
- Argentina es un país muy, muy especial, pero yo estoy enamorado de este país: a pesar de muchas contradicciones que tiene, lo mejor que tiene es su gente. Hay gente maravillosa en Argentina, gente muy bella, gente muy diversa, gente muy solidaria. Y la música no es solamente una herramienta de recreación, que es muy bello eso: también es una herramienta para pensar en voz alta, para reflexionar, para ser atravesados por una expresión que tiene que ver con la historia de lo que nosotros somos como país, como cultura, como comunidad. Y por eso creo que es tan necesario cuidar los espacios en los cuales tocamos música en vivo para una comunidad. Nos da fuerza, nos alimenta, nos ayuda, nos cohesiona, nos conecta de alguna manera, y en estos tiempos de tanta fragmentación es un ejercicio que tenemos que valorar y cuidar.
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