Comer sano cuesta muchísimo más

Padece sobrepeso más de la mitad de la población. Los especialistas remarcan que es más barato llenar la mesa con carbohidratos bajos en nutrientes que con los alimentos recomendados. Las dos caras

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Un informe presentado en el XXIII Congreso Argentino de Nutrición encendió las alarmas: casi 26 millones de personas en el país padecen sobrepeso u obesidad, lo que equivale a más de la mitad de la población. Uno de los puntos que más preocupan a los especialistas es que mientras que una dieta “real”, basada en pan, fideos y harinas, resulta mucho más accesible para los hogares que la alimentación equilibrada que recomiendan los especialistas.

El documento, elaborado por un equipo de especialistas encabezado por Sergio Britos, profesor adjunto de la Universidad Católica Argentina (UCA), advierte que la malnutrición en la Argentina no se expresa únicamente en exceso de peso, sino también en dietas insuficientes y poco diversas.

En la infancia, esta situación se traduce en déficits de hierro, vitamina D, calcio, zinc y ácidos grasos esenciales, nutrientes clave para el desarrollo. En la adolescencia, el problema persiste con dietas cargadas de harinas, panificados, gaseosas, snacks y golosinas, pero con escasez de frutas, verduras y lácteos. Ya en la adultez, los efectos se acumulan: diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares son la consecuencia más tangible de años de alimentación desequilibrada.

El informe agrega un dato que ilustra la gravedad: en 2024, la inseguridad alimentaria alcanzó al 35,5% de los niños y adolescentes. Esto significa que más de uno de cada tres chicos en el país no tuvo acceso de manera sostenida a los alimentos que necesita para crecer y desarrollarse en forma adecuada.

Sin embargo, los especialistas remarcan que el problema no es la falta de producción sino el tipo de alimentos que se consumen en los hogares del país.

Un dato resume la paradoja: “Comprar 100 calorías de alimentos saludables –como frutas, verduras o lácteos– cuesta hasta siete veces más que obtener las mismas calorías en base a panificados o harinas, y tres veces más que en productos de bajo valor nutricional”. De esa manera las familias, aún sabiendo qué es lo más sano, terminan eligiendo aquello que rinde más en cantidad, aunque no en calidad.

Dieta real vs. dieta adecuada

La dieta promedio de muchos hogares argentinos se organiza en torno a lo accesible: mate o café con pan, galletitas o facturas para desayunar; un plato de fideos o arroz con salsa en el almuerzo; y milanesas con papas o guisos de pastas a la noche. Las frutas y verduras aparecen poco y, generalmente, en ensaladas básicas o como parte de un guiso.

Comprar alimentos saludables cuesta siete veces más que productos de bajo valor nutricional

En contraste, la dieta recomendada por nutricionistas propone desayunos con yogur, frutas y cereales integrales; almuerzos con pescado, pollo y ensaladas variadas; meriendas con frutas frescas o frutos secos; y cenas a base de legumbres, vegetales y proteínas magras.

La diferencia también se refleja en los valores nutricionales: un menú del estilo del primer caso aporta más calorías y menos proteínas que el que recomiendan los expertos. Además de tener un exceso de harinas y azúcares.

El peso del bolsillo

A la hora de comprar, las diferencias son contundentes. Un paquete de galletitas (que puede compartirse entre toda la familia) cuesta $1.200, el pan blanco $2.970 y un kilo de arroz $1.000, mientras que los alimentos considerados saludables tienen valores mucho más altos: el pan integral (misma marca y peso que el blanco) cuesta $3.379, una palta $1.200, el kilo de brócoli $4.000 y el filet de merluza $9.000. Incluso productos básicos como las frutas se encuentran en un rango de $1.200 a $3.500 el kilo, las de estación otras como uvas o kiwi cotizan mucho más alto.

Uno de cada tres chicos no tuvo acceso a los alimentos que necesita para crecer

Así, la dieta que nutre es significativamente más cara que la que llena. Una familia que quiera incorporar pescado, verduras variadas, frutos secos y cereales integrales gasta varias veces más que una que se limite a panificados, arroz, fideos y carnes económicas.

La paradoja de la Argentina es clara: un país que produce más de lo necesario para alimentar a toda su población convive con niveles crecientes de malnutrición. “Se consolidó un patrón alimentario que combina exceso de calorías con déficit de nutrientes esenciales. La mayoría de los argentinos realiza una dieta muy desequilibrada que conduce a deficiencias y enfermedades crónicas”, resume el documento.

 

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