Un estilo icónico

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El estilo y la elegancia de la firma Armani fueron el norte de los hombres más coquetos y fue un símbolo del buen vestir. Es que el estilo Armani se apoya en una elegancia sobria, que da status a quien la porta: es, ante todo, una silueta aligerada, un ejercicio de deconstrucción de la prenda, que intentaba reducir a lo esencial.

El modisto jugaba con el cuerpo sin artificios imponentes y quizás ese era un vestigio de su conocimiento de la anatomía, adquirido durante los estudios de medicina que comenzó en su juventud.

Y el estilo Armani comenzaba con el propio Giorgio, desde los penetrantes ojos azules enmarcados en un bronceado permanente y un temprano cabello plateado, hasta la ropa de trabajo de jeans y camiseta de marca registrada y la decoración minimalista de sus hogares privados. La visión de la moda de Armani era la de una elegancia desenfadada donde la atención al detalle marcaba la diferencia. “Diseño para personas reales. No hay ninguna virtud en crear ropa y accesorios que no sean prácticos”, solía decir cuando se le pedía que identificara a su clientela.

Armani desembarcó en Italia con un símbolo: la chaqueta deportiva sin forro, que se lanzó a finales de la década de 1970 y se convirtió en un éxito instantáneo desde Hollywood hasta Wall Street. El diseñador combinó la chaqueta con una simple camiseta, una prenda que denominó “el alfa y omega del alfabeto de la moda”.

El traje Armani pronto se convirtió en un imprescindible en el armario del hombre adinerado. Y para las mujeres, la introducción del traje de pantalón en el entorno ejecutivo fue casi revolucionaria. Apodado el “traje de poder” con su chaqueta de hombreras y pantalones de corte masculino, se convirtió en la marca registrada de la clase emergente de mujeres de negocios en los años 80.

Las imágenes de Richard Gere en “American Gigolo”, en 1980, fueron un punto de inflexión en su carrera, mientras que las escenas del personaje Julian Kaye, adicto a la moda tanto como a las damas adineradas, vistiéndose con Armani, se volvieron icónicas en la historia del cine y contribuyeron a la reputación del modisto italiano en Estados Unidos.

Pero incluso antes de ser impulsado por el cine, desde 1976 se lanzó a la moda femenina, haciendo el camino inverso: proponiendo cortes masculinos con líneas atenuadas por la elección de los tejidos, que no restringían los movimientos.

Con el tiempo, Armani suavizó el look con detalles delicados, telas lujosas y tonos más brillantes para su paleta básica de beige y gris. Su insistencia en pantalones y chaquetas llevó a algunos críticos a etiquetar su moda como “andrógina”.

Tan significativo fue el impacto del estilo Armani, no sólo en cómo la gente se vestía sino en cómo abordaban la moda, que en 2000 el museo Guggenheim de Nueva York presentó una retrospectiva de los primeros 25 años de Armani en la moda.

“Me encantan las cosas que envejecen bien, cosas que no se pasan de moda y se convierten en ejemplos vivos de lo absolutamente mejor”, dijo Armani sobre sus esfuerzos.

 

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