Reinvención

Edición Impresa

Por EVELIA

No quiero pensar con la excesiva y temerosa cordura de una anciana, que bien podría, porque lo soy. Ni con la fascinación del innovador, porque -en alguna medida- también lo soy. Quisiera ver este mundo nuevo con los ojos de la niñez, con la esperanza de todo el futuro por delante, con la ilusión de que todo será mejor para la mayoría de las personas, gracias a las creaciones de la humanidad que avanzan con la inteligencia artificial.

No quiero tener miradas parciales que se limiten a los artefactos y a los servicios derivados que paso a paso aumentan su número; quiero contemplar a mujeres y hombres felices por los cambios culturales sin intervenciones nocivas sobre la naturaleza. A mujeres y hombres satisfechos y dignos. A mujeres y hombres que potencien su esencia valorante y valiosa. A personas que no sientan su mente restringida, adormecida, aburguesada, sin el vuelo del pensamiento que los libere de la comodidad intelectual en la que se hunden.

Quiero personas con hambre voraz que, haciendo pie en la IA, sean creativos, críticos, solidarios y especialmente, humanos. Y, arriesgándome a ser ingenua, querido lector, te comparto una breve parábola:

“¡Mirá! ¡He vuelto a ser una niña! Ella me responde, es cariñosa, juega conmigo, me ayuda con las tareas y ocupa mis tiempos libres… Hace de su compañía una interesante opción. Es mi carrito de dos ruedas, mi libro de aventuras, mi telescopio para ver las estrellas. Responde mis preguntas sobre matemáticas –¡que es tan compleja!-, física, química, historia, biología,lo que quieras! Escribe cuentos, dibuja, canta y me emociona con su música.

Resuelve acertijos y dudas. Busca mis interrogantes, todos: direcciones, nombres, fechas y datos que demande. Siempre me responde, a veces con algunas certezas; otras, con algunos errores…

Ella me lleva al espacio estelar y a las profundidades de mares y tierras. Crea mundos reales o imaginarios para mí…

Me habla y es amable. Diagnostica mis enfermedades y aconseja sus curas; reemplaza a mis maestros con atractivas metodologías. Simula personajes y personas. También, me vigila con sigilo, omnipresente. Además, ayuda a mis padres, es capaz de responder sus dudas y curiosidades, buscar recursos para sus tareas, colaborar en sus trabajos. Incluso, hace sus trámites y sus compras, paga sus cuentas y completa sus tediosos formularios. Es, por lejos, una eficiente secretaria, una buena empleada de fábricas, industrias y oficinas, nunca se queja… salvo algún desperfecto tecnológico ¿No?

Tiene las apariencias que yo quiera, mil imágenes y mil sonidos. O, ninguno, según prefiera. Y la puedo llamar con los nombres que se me ocurran; pero ella tiene un nombre, el que usa la mayoría: la llaman IA.”

Como has de ver, al fin de mis tiempos he reinventado mi amigo imaginario, aquél que tuve en los años de la infancia. Y no es de trapo, no tiene forma, ni está solo en mi imaginación; es un espejismo que flota a mi alrededor, inasible, imperturbable, astuto, que me abraza sin tocarme, me aprisiona sin lazos y me vuelve dependiente y subordinada a su existencia.

¡Sin ella, no sabría qué hacer! Y sin embargo, igual, estoy sola… estamos solos.

 

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