Todavía no sé cómo decirle la verdad

Por PABLO B.

Gonnet

En una noche fui infiel.

No fue algo planeado ni buscado, pero tampoco puedo decir que no tuve responsabilidad: estuve ahí, lo permití, crucé un límite. Desde entonces, cargo con una piedra en el pecho. Camino con mi pareja por el centro de La Plata, hablamos de cosas pequeñas, y siento que hay una sombra que se interpone en cada gesto, en cada mirada. No sé si contarlo o callar. Si lo digo, puede que arruine años de amor, de complicidad, de proyectos. Si lo oculto, puede que me consuma por dentro la culpa. La pregunta que me hago es si confieso por honestidad o solo para aliviarme yo mismo. Porque a veces la verdad, aunque sea necesaria, puede volverse un arma que lastima sin sentido. Hay quienes dicen que el silencio protege, que un error no define a una persona. Otros insisten en que la transparencia es la base de todo vínculo verdadero. Yo sigo atrapado en medio, sin saber qué hacer. Lo único que sé es que la infidelidad no fue un reflejo de lo que siento por mi pareja, sino una torpeza mía, un momento de desconexión.