La hora de la verdad para los "Apóstoles"

Los fiscales intentarán dejar hoy en claro quiénes lideraron el motín de Sierra Chica, cómo fueron asesinados ocho presos, cuál fue el destino de los cadáveres y qué internos se encargaron de tomar rehenes, en el inicio de los alegatos del juicio oral y público bautizado como "telejuicio".
La tarea no será sencilla, ya que al motín se plegó la mayoría de la población carcelaria -unos 1.200 presos-, casi todos los homicidios ocurrieron en el interior de los pabellones y de los cuerpos sólo se hallaron pequeños restos, insuficientes como para realizar un estudio de identificación por ADN.

Los fiscales Silvia Etcheverry y Daniel Echevarría tendrán que reconstruir, paso a paso, la forma en que se cometieron 23 actos criminales adentro del penal entre el 30 de marzo y el 7 de abril de 1996.
También deberán ordenar las pruebas recolectadas durante el debate para justificar cada una de las imputaciones que pesan sobre los 24 presos juzgados, entre ellos los llamados "Doce Apóstoles" de la muerte.
Los cuatro defensores, Juan Sebastián Galarreta, Julio Borda, Carlos Kolbl y Marcos Moreno, tendrán que hacer gala de su profesión para desestimar los testimonios "claves" presentados por los acusadores y desvincular a los imputados de los crímenes más graves.
El motín de Sierra Chica fue considerado el más sangriento de la historia carcelaria argentina. Y la revuelta, en que se rompieron todos los códigos: nunca antes un magistrado había sido tomado como rehén adentro de un penal, ni tantos presos habían sido asesinados a manos de sus propios compañeros en un levantamiento contra las autoridades.
Para los fiscales, los líderes de la revuelta fueron los apóstoles Marcelo "Popó" Brandan Juárez, Víctor "El Cabezón" Esquivel Barrionuevo, Jorge "Pelela" Pedraza y Miguel "Chiquito" Acevedo, y el preso Miguel Ruiz Davalos, alias "El paraguayo".
Los cinco hombres están acusados de homicidio calificado reiterado, tenencia de arma de guerra, tentativa de evasión, intento de homicidio y privación ilegal de la libertad.
El fiscal de primera instancia Osvaldo Berucci pidió para ellos penas de reclusión perpetua, más la accesoria por tiempo indeterminado, al igual que para los presos Juan Murgia Canteros y Guillermo López Blanco, acusados de homicidio.
Para establecer cómo se cometieron los asesinatos y quiénes fueron los responsables, Etcheverry y Echevarría recordarán los relatos de dos grupos bien determinados de testigos: quienes aseguraron haber visto la matanza -sólo unos pocos- y los que escucharon de boca de otros cómo se sucedieron los hechos.
Dos de los crímenes fueron presenciados por presos y guardiacárceles. Es que tanto a Agapito Lencina Aquino como a José Cepeda Pérez los mataron afuera de los pabellones cuando intentaban escapar de los rebeldes.
Los demás homicidios ocurrieron en la oscuridad de las celdas y sólo unos pocos reclusos se animaron a relatar a los jueces lo que vieron, no sin antes pedir protección especial.
El destino de los cadáveres fue el tema más escalofriante del "telejuicio", denominado así porque el proceso se realiza en la cárcel de Melchor Romero y los acusados están en una celda tipo jaula y desde ahí escuchan y hablan por medio de un sistema de circuito cerrado de televisión.
De acuerdo con lo que se registró en el juicio, siete de las víctimas nunca aparecieron y gran cantidad de testigos aseguraron que sus cuerpos fueron descuartizados y quemados en los hornos de la panadería de la cárcel.
Pese a que los defensores intentaron poner en duda la muerte de los presos, fueron muchos los internos y guardias que aseguraron lo contrario.
Los peritos que entraron a Sierra Chica tras el motín encontraron pequeños restos humanos en los hornos, pero no los suficientes como para hacer un estudio genético que permita identificar a las víctimas.
Rehenes, presos y guardias dijeron que en el penal se cometieron actos de antropofagia y que los rebeldes cocinaron empanadas, guiso y pastel de papa con la carne de los muertos.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE