Un platense, médico por la mañana y abogado de tarde
Es el doctor Osvaldo Sotelo, abogado, ginecólogo y docente universitario
| 26 de Junio de 2004 | 00:00

"El turno para el doctor, ¿es por un parto o por un divorcio?". Esta pregunta imaginaria, bien podría ser real en el caso del doctor Osvaldo Antonio Sotelo, quien a lo largo de su vida ha sabido conjugar y ejercer -y de hecho lo hace actualmente- sus dos profesiones, la de médico y abogado, como egresado, en ambos casos, de la Universidad Nacional de La Plata.
"Y no tan imaginaria, porque en más de una oportunidad me ha tocado atender a una misma familia por esas dos situaciones", señala con humor este hombre de 63 años que en el campo de la medicina desarrolló una prolongada trayectoria como ginecólogo; y en el de la abogacía, en el Derecho Civil.
La suya es una curiosa historia, siempre vinculada a nuestra Universidad, que también alcanza a la docencia, ya que acaba de presentar una propuesta para la creación de una cátedra libre de Extensión Universitaria -denominada Identidad Universitaria para nuestra Madurez Ciudadana- que fue calurosamente recibida, y aceptada, por la presidencia de la UNLP y por los decanos de todas sus facultades.
Sotelo, quien siempre vivió en nuestra ciudad pero que accidentalmente nació en Quilmes -porque a su madre el parto la sorprendió camino a Buenos Aires- hizo el primario en la Escuela Anexa, el secundario en el Colegio Nacional y sus dos carreras en las facultades de Ciencias Médicas y de Derecho de la UNLP.
"Mi primera vocación -cuenta- fue la medicina, y como médico me recibí en 1966. Fui practicante en el Hospital de Romero, trabajé en el San Martín, hice guardias en el Hospital de Ranelegah, fui jefe de guardia en el Hospital de Avellaneda, y desde 1970 hasta 1992 instalé y dirigí la Clínica Santa Rita de Brandsen".
Y fue allí en Brandsen, mientras atendía a sus pacientes en su propia clínica pero donde también hacía domicilios viajando en sulky o a caballo, donde despertó su segunda vocación, la de la abogacía.
"Sucede que también siempre me gustó la política -cuenta- y en el año 83 se me dio por participar en una agrupación en Brandsen con la finalidad de ganar la intendencia. Perdimos por escándalo, y ví tantas cosas raras que me dije, 'tengo que estudiar para esto'. Inclusive un compañero de militancia me dijo, 'doctor, si usted quiere aprender cosas torcidas, tiene que estudiar derecho". Fue en broma, pero a mí me picó la curiosidad y en el año 84 me anoté de vuelta en la Universidad. Me levantaba a las dos de la mañana, de 3 a 7 estudiaba abogacía, para continuar el resto del día con mi actividad de médico. Di como libre todas las materias que pude y solo cursé las obligatorias. Tardé un poco, pero me recibí en 1994".
Antes de eso, en 1986, el doctor Sotelo también ejerció en la Justicia como perito médico, y esa función terminó por reafirmar su segunda vocación, a la que también comenzaría a ejercer en Brandsen, trabajando en sucesiones, divorcios, adopciones, etc. Llegó incluso a ser tesorero de la Asociación de Abogados de Brandsen.
"En distintas oficinas de la misma clínica Santa Rita -recuerda- funcionaban mi consultorio médico y mi estudio jurídico. Puede sonar gracioso, pero me sacaba el guardapolvo e iba de un lado al otro para cumplir con mis dos funciones".
Hoy, ya cerca de la jubilación, el doctor Sotelo continúa ejerciendo sus dos profesiones. A las 7,30 se instala en Tribunales; a las 8,30 viaja hasta el Hospital de Romero -donde es médico de planta con 36 horas semanales- a las 12,30 vuelve a Tribunales; y de 17 a 21 atiende en un importante estudio jurídico de nuestra ciudad.
"No podría priorizar una actividad por sobre la otra -señala- porque en cada edad uno encuentra distintos placeres. En mi plenitud, sin dudas lo más importante fue la medicina, una función tan apasionante como desgastante, de mucho stress, es muy bravo estar un par de horas o más en el quirófano haciendo una cirugía. Pero ahora disfruto más de la abogacía, donde se trata con buena gente y también con verdaderos truhanes".
Ya casi retirado de la medicina -solo atiende a sus pacientes de Romero- y pese a sus múltiples actividades, Sotelo siente que este es el tiempo del reposo, de poder disfrutar de su esposa -Nora Yolanda-; de sus hijos -Nora Viviana, también médica; Silvina Luján y Osvaldo Julio- y de sus nietos, Germán y Julián.
Y también de dedicarse a su proyecto universitario. "Con esta cátedra -destaca Sotelo- pretendo crear el instrumento para desarrollar la investigación de la historia institucional de nuestra Universidad, resaltando a sus fundadores, trayectorias y circunstancias, rescatando una conducta moral y retomando ejemplos reales. Porque desvelando nuestro pasado podrá hacerse promoción y fomento de los principios de la propia identidad y pertenencia, restableciendo los principios de libertad y responsabilidad; cívica y urbana, ética y moral, procurando con la debida persuasión y eficiencia, incorporarlos al acervo cultural de cada educando, desde lo más temprano posible, en cada ámbito y nivel educativo".
"Y no tan imaginaria, porque en más de una oportunidad me ha tocado atender a una misma familia por esas dos situaciones", señala con humor este hombre de 63 años que en el campo de la medicina desarrolló una prolongada trayectoria como ginecólogo; y en el de la abogacía, en el Derecho Civil.
La suya es una curiosa historia, siempre vinculada a nuestra Universidad, que también alcanza a la docencia, ya que acaba de presentar una propuesta para la creación de una cátedra libre de Extensión Universitaria -denominada Identidad Universitaria para nuestra Madurez Ciudadana- que fue calurosamente recibida, y aceptada, por la presidencia de la UNLP y por los decanos de todas sus facultades.
Sotelo, quien siempre vivió en nuestra ciudad pero que accidentalmente nació en Quilmes -porque a su madre el parto la sorprendió camino a Buenos Aires- hizo el primario en la Escuela Anexa, el secundario en el Colegio Nacional y sus dos carreras en las facultades de Ciencias Médicas y de Derecho de la UNLP.
"Mi primera vocación -cuenta- fue la medicina, y como médico me recibí en 1966. Fui practicante en el Hospital de Romero, trabajé en el San Martín, hice guardias en el Hospital de Ranelegah, fui jefe de guardia en el Hospital de Avellaneda, y desde 1970 hasta 1992 instalé y dirigí la Clínica Santa Rita de Brandsen".
Y fue allí en Brandsen, mientras atendía a sus pacientes en su propia clínica pero donde también hacía domicilios viajando en sulky o a caballo, donde despertó su segunda vocación, la de la abogacía.
"Sucede que también siempre me gustó la política -cuenta- y en el año 83 se me dio por participar en una agrupación en Brandsen con la finalidad de ganar la intendencia. Perdimos por escándalo, y ví tantas cosas raras que me dije, 'tengo que estudiar para esto'. Inclusive un compañero de militancia me dijo, 'doctor, si usted quiere aprender cosas torcidas, tiene que estudiar derecho". Fue en broma, pero a mí me picó la curiosidad y en el año 84 me anoté de vuelta en la Universidad. Me levantaba a las dos de la mañana, de 3 a 7 estudiaba abogacía, para continuar el resto del día con mi actividad de médico. Di como libre todas las materias que pude y solo cursé las obligatorias. Tardé un poco, pero me recibí en 1994".
Antes de eso, en 1986, el doctor Sotelo también ejerció en la Justicia como perito médico, y esa función terminó por reafirmar su segunda vocación, a la que también comenzaría a ejercer en Brandsen, trabajando en sucesiones, divorcios, adopciones, etc. Llegó incluso a ser tesorero de la Asociación de Abogados de Brandsen.
"En distintas oficinas de la misma clínica Santa Rita -recuerda- funcionaban mi consultorio médico y mi estudio jurídico. Puede sonar gracioso, pero me sacaba el guardapolvo e iba de un lado al otro para cumplir con mis dos funciones".
Hoy, ya cerca de la jubilación, el doctor Sotelo continúa ejerciendo sus dos profesiones. A las 7,30 se instala en Tribunales; a las 8,30 viaja hasta el Hospital de Romero -donde es médico de planta con 36 horas semanales- a las 12,30 vuelve a Tribunales; y de 17 a 21 atiende en un importante estudio jurídico de nuestra ciudad.
"No podría priorizar una actividad por sobre la otra -señala- porque en cada edad uno encuentra distintos placeres. En mi plenitud, sin dudas lo más importante fue la medicina, una función tan apasionante como desgastante, de mucho stress, es muy bravo estar un par de horas o más en el quirófano haciendo una cirugía. Pero ahora disfruto más de la abogacía, donde se trata con buena gente y también con verdaderos truhanes".
Ya casi retirado de la medicina -solo atiende a sus pacientes de Romero- y pese a sus múltiples actividades, Sotelo siente que este es el tiempo del reposo, de poder disfrutar de su esposa -Nora Yolanda-; de sus hijos -Nora Viviana, también médica; Silvina Luján y Osvaldo Julio- y de sus nietos, Germán y Julián.
Y también de dedicarse a su proyecto universitario. "Con esta cátedra -destaca Sotelo- pretendo crear el instrumento para desarrollar la investigación de la historia institucional de nuestra Universidad, resaltando a sus fundadores, trayectorias y circunstancias, rescatando una conducta moral y retomando ejemplos reales. Porque desvelando nuestro pasado podrá hacerse promoción y fomento de los principios de la propia identidad y pertenencia, restableciendo los principios de libertad y responsabilidad; cívica y urbana, ética y moral, procurando con la debida persuasión y eficiencia, incorporarlos al acervo cultural de cada educando, desde lo más temprano posible, en cada ámbito y nivel educativo".
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