Una tradición que comenzó en la esquina de 10 y 40

Allí, frente al bar y almacén Los Obreros, se levantó en el '51 el primer muñeco de Fin de Año, como homenaje a un jugador de Cambaceres. Hoy, el los personajes retratados son otros pero el espíritu barrial es el mismo


Cuentan que el primer muñeco nació a principios de los 50 en la puerta del almacén y bar de 10 y 40, de don Luis Tortora, para homenajear a un jugador de Cambaceres. "El culpable es don Luis, mi viejo. El inventó todo esto allá por 1951 para homenajear a fin de año a un jugador de Cambaceres, club del que era presidente. Yo entonces tenía unos 10 años y el muñeco se levantó en la puerta del almacén y bar Los Obreros", confiesaba Roberto Tortora en 1999.

Para atestiguarlo están todos los que eran pibes de pantalones cortos o adolescentes de jopo en aquel tiempo de tranvías en los que el barrio era la verdadera cuna, como dice el tango. Y los de 10 y 40 sacan a relucir viejas fotografías amarilladas como las hojas que las guardan.

Los muñecos también evolucionaron, se fueron perfeccionando año tras año. Desde el payaso con el letrero de "Cambaceres campeón 1956"; el homenaje póstumo al tranvía 14, en la despedida de 1966 o un gigantesco Juan Moreyra como ofrenda a la película de Leonardo Favio. Porque los muñecos nacieron como homenajes "en vida", señalan con orgullo los hijos y los nietos de quienes fueron sus autores.

El testimonio forma parte de una de las investigaciones llevadas a cabo por los integrantes del Centro de Identidad y Desarrollo (CID) de La Plata, que recogió la historia oral de los barrios, de las manifestaciones populares y de las pequeñas empresas creadoras de verdaderos productos regionales.

Para el CID, "estas expresiones demuestran que la globalización, paradójicamente, también achica al mundo y la gente necesita revalorizar sus pequeñas historias barriales, como ésta. Una manera de hacerse fuertes".

Los muñecos, de acuerdo a lo que cuentan, eran parte de una gran fiesta que empezaba en Navidad, donde las calles se vestían de fiesta con guirnaldas multicolores que colgaban de los árboles y con música que a manera de las viejas propaladoras se pasaba desde un tocadisco conectado a grandes bocinas colocadas también en los árboles.

En ese contexto nacieron los muñecos platenses. Como un homenaje a los grandes de su tiempo mientras vivían. Monzón, Bonavena, Olmedo, Beván como Juan Moreira, jugadores de fútbol, el tranvía. Durante mucho tiempo fueron exclusivos en la ciudad. Así lo atestiguan las crónicas de EL DIA del año 70 que hablan sobre "el" tradicional muñeco de 10 y 40. En esa década, precisamente, los muñecos comenzaron a extenderse a otros puntos de la ciudad, según apunta la investigación del CID, y se generalizan en los 80.

La histórica ochava cumplió el ritual todos los años. Menos uno. A fines de 1976 no hubo fiesta ni muñecos. De ese barrio es Pablo Díaz, el único sobreviviente de los adolescentes secuestrados por la dictadura el 16 de setiembre, en "La noche de los lápices".


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