Miguel Barsini, primo del intendente Alak, detrás de la barra del café y restaurante del Pasaje Dardo Rocha. Allí intentó entrevistarlo un periodista del diario. Pero eludió cualquier declaración sobre la explotación de ese espacio.
19 de Junio de 2007 | 00:00
Conforman, en conjunto, un negocio que, según estimaciones oficiosas, mueve todos los meses alrededor de 400 mil pesos que van a parar a bolsillos particulares. Pero a pesar de ser una actividad comercial que se ejerce en espacios públicos -propiedad del Estado municipal-, nadie sabe a ciencia cierta en manos de quién están, quiénes las explotan comercialmente, bajo qué condiciones ni qué recibe la Comuna a cambio.
Se trata de los emprendimientos gastronómicos ubicados en espacios municipales como el Pasaje Dardo Rocha, el Centro Cultural Islas Malvinas, la Terminal de Omnibus y la República de los Niños, entre otros. Allí funcionan kioscos, bares, buffets y restaurantes que pueden generar enormes ganancias para un pequeño grupo de empresarios y, en teoría, un ingreso para el tesoro municipal.
Hoy, esos espacios están sepultados bajo un manto de dudas que la Comuna se niega a despejar. Dudas que incluyen, además, denuncias y firmes sospechas de que algunos de esos exitosos espacios comerciales habrían sido cedidos -por lo menos en un caso- directamente a las manos de parientes muy cercanos del intendente Julio Alak.
Según denuncian concejales de la oposición, los espacios no fueron otorgados en el marco de un sistema ordenado y transparente. No habría habido licitaciones ni concursos de precios. Además, los ediles aseguran que es "prácticamente imposible" encontrar, dentro de las estructuras administrativas de la Comuna, registros o expedientes que certifiquen cómo y en qué condiciones fueron entregados esos espacios a manos privadas.
En al menos un caso, el del restaurante del Centro Cultural Islas Malvinas, la concesión habría sido otorgada a través de un permiso de explotación precario, un mecanismo más que discutible.
Contra el muro de silencio que construyó la Municipalidad chocaron todas las requisitorias que realizó este diario para conocer datos básicos sobre la naturaleza de las concesiones gastronómicas comunales.
El diario solicitó formalmente y por escrito información sobre este tema en una nota dirigida al secretario de Gestión Pública, Omar Graziano, el pasado 24 de mayo. Fue después de agotar otras instancias de consultas. En ningún caso pudo obtenerse una respuesta y así se generan toda clase de dudas.
EL BAR DEL PASAJE DARDO ROCHA
Uno de los casos más emblemáticos en este universo es el del bar y restaurante del Pasaje Dardo Rocha, el "Café de las Artes". Ubicado en una esquina estratégica del centro de la Ciudad, en 6 y 49, el espacio gastronómico recibe día a día a cientos de clientes, que pasan por sus mesas a tomar un café, a almorzar o a cenar.
Según denunciaron concejales de la oposición, en la Comuna no hay registros administrativos -o ellos no pueden obtenerlos- de ningún tipo de trámite a través del cual ese codiciado espacio comercial ha sido cedido para la explotación de manos privadas.
Más allá de la imposibilidad de acceder a información oficial al respecto, en el ámbito del Pasaje Dardo Rocha y en el ambiente gastronómico platense se dice que desde su creación bajo la gestión de Alak, la explotación comercial del café estaría en manos del empresario Miguel Barsini, quien es primo del intendente.
En la actividad diaria del café, Barsini funciona visiblemente como, por lo menos, el el encargado del bar: además de ser una presencia permanente detrás de la barra, da órdenes e indicaciones a los empleados. En el marco de esta investigación, EL DIA intentó en varias ocasiones entablar un diálogo con él, pero la requisitoria fue evadida una y otra vez por Barsini, a quien se intentó entrevistar cuando se encontraba en ese mismo local.
Entre los datos que ni Barsini ni la Municipalidad han querido brindar figuran cuestiones básicas como qué tipo de concesión benefició a Barsini, cómo se lo eligió para darle la explotación, por cuánto tiempo y en qué condiciones, es decir, qué recibe la Comuna a cambio de otorgar un espacio que tiene un evidente éxito comercial. ¿Paga un canon? ¿El local -de unos 500 metros cuadrados en la zona más cara de la Ciudad y dentro de un edificio que es patrimonio histórico- es alquilado por el concesionario? En ese caso, ¿cuándo se realizó la licitación pública? No hay respuestas. Ni siquiera hay precisiones en la rendición de cuentas que presenta año a año el Ejecutivo, según afirman los concejales.
Pero las dudas y sospechas van más allá. El servicio de gastronomía del Café de las Artes sería, además, el "proveedor oficial" de los servicios de catering para una larga serie de eventos organizados por la Comuna y para algunas de las recepciones privadas que se organizan en el palacio de calle 12. Sobre este tema tampoco quisieron brindarse datos desde la Municipalidad.
ISLAS MALVINAS
Pero Barsini ¿es el único familiar del intendente Alak beneficiado con la explotación de concesiones gastronómicas en espacios públicos del municipio? Otra de las preguntas que no responde ningún funcionario municipal es si, al menos durante un período de dos años, el restaurante y bar del Centro Cultural Islas Malvinas, un espacio muy atractivo comercialmente, fue explotado por Federico Musciatti, sobrino de Julio Alak y empleado de la Secretaría Privada del jefe comunal.
Así habría sucedido, según detallaron fuentes que conocen de cerca el funcionamiento de ese centro cultural, durante un extenso período que habría abarcado, al menos, todo el año 2003. Pero no hay precisiones oficiales que permitan confirmar esa información y, en tal caso, conocer en qué condiciones se habría producido esa explotación.
Originalmente, la concesión del restaurante que abrió sus puertas cuando se inauguró el centro cultural Malvinas fue a parar a manos de Sergio Laso, pariente cercano de un empresario platense del rubro del comercio de equipamiento para gastronomía y hotelería.
Pero en 2003 -detallan las fuentes- un conflicto desatado en el interior de ese emprendimiento habría hecho que Laso abandonara la concesión. En ese punto es donde nadie responde si fue Musciatti -como algunos aseguran-, quien se puso al frente del restaurante.
En la actualidad, y desde el mes de enero de 2007, el restaurante viene siendo explotado comercialmente por Gastón Bravo, empresario gastronómico que -según explicó- obtuvo de parte de la Comuna un "permiso precario" para ese fin, contra el pago de un canon al municipio del 6 por ciento de los ingresos. Esa situación se mantendrá, al menos, hasta diciembre de este año, aunque el plazo podría llegar a extenderse.
En los hechos, el "permiso precario de explotación" significa que la Comuna otorgó la posibilidad de usufructuar un exitoso e instalado emprendimiento gastronómico a un empresario sin que se sepa de ningún proceso de licitación, en el que se comparen diversas propuestas y se decida en base a varias ofertas.
Podría interpretarse que la Ley Orgánica de los Municipios prohíbe el mecanismo de permisos con el que aparentemente se manejó la concesión de este espacio público. En el Capítulo VII, artículo 232 de ese cuerpo normativo, se especifica claramente que "la concesión de servicios públicos a particulares se efectuará exclusivamente por licitación pública", a excepción de que se trate de una concesión dada a una cooperativa. "No podrán acordar los servicios a particulares en forma directa, a título de permisos experimentales ni precarios o bajo cualquier otra denominación, salvo situaciones de emergencia", dice además la ley.
¿Quién decidió que sea Bravo quien explote comercialmente ese espacio? ¿En base a qué se tomó la decisión de beneficiarlo con ese permiso precario? ¿Por qué se eligió ese camino y no el de la licitación pública? ¿Por qué se mantiene una situación de este tipo durante años? Ningún funcionario de la Municipalidad ha querido brindar respuestas a estos interrogantes.
El caso de Bravo, además, viene a confirmar una hipótesis que manejan muchos de quienes de algún modo intentaron obtener datos sobre el tema, que tienen la firme sospecha de que en el negocio de las concesiones municipales el sistema de licitaciones públicas y comparación de ofertas brilla por su ausencia, mientras en el municipio no se obtiene información al respecto.
"Las concesiones gastronómicas no se otorgaron mediante una licitación, como correspondería para asegurar un criterio de justicia en el uso del espacio público, sino mediante un sistema de permisos", especifica Teresa Razzari, secretaria legislativa del bloque del Frente Renovador Platense en el Concejo Deliberante y ex concejal.
Razzari, quien trabajó en la recopilación de la escasa información que existe sobre la materia, asegura que no hay, en ningún ámbito municipal, registros que testimonien estos actos. "Por lo menos, deberían figurar en los archivos del Boletín Municipal. Pero ni siquiera eso: de las concesiones gastronómicas, en la Comuna no hay un solo papel", denuncia.
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