El celular, un cuarto de siglo
Hace 25 años salía al mercado el primer modelo de teléfono móvil. Costaba 3.500 dólares, pesaba un kilo y fue un fracaso de ventas. Hoy, el aparato está incorporado a todos los aspectos de la vida cotidiana y está en los hogares de todos los estratos sociales alrededor de todo el mundo. La historia de un invento que transformó las comunicaciones humanas y el debate sobre su impacto en la salud, en la educación, en la familia y en las relaciones sociales.
| 22 de Junio de 2008 | 00:00

Su nombre técnico era DynaTAC. Pero la imaginación popular lo bautizó "el ladrillo" y así pasó a la historia. Pesaba casi un kilo, medía 48 centímetros de largo, costaba U$ 3.500 y su batería sólo permitía una media hora de autonomía.
El prototipo del DynaTAC fue un fracaso en las ventas, pero sirvió para cumplir una operación hasta entonces imposible: la comunicación entre dos dispositivos electrónicos inalámbricos a través de una red de telefonía móvil.
Con toda su rusticidad y su incomodidad, ese dispositivo que salió al mercado por primera vez el 13 de junio de 1983 logró revolucionar no sólo el mundo de las comunicaciones sino también la vida cotidiana de millones de personas de todos los estratos sociales hasta en el último rincón del planeta.
A 25 años de la aparición en la calle de su primera versión, el teléfono celular está incorporado hasta lo inimaginable en cualquier aspecto de la vida diaria. Hoy, no sólo permiten aquel "milagro original" de comunicar a dos personas donde quiera que estén. También permiten sacar fotos, consultar una agenda, navegar por internet, mandar y recibir mails y orientarse a través de dispositivos satelitales. Y hasta marcar status social.
Aunque nunca alcanzan para describir fenómenos de impacto tan profundo, las cifras sobre la expansión del celular en el mundo a poco de cumplirse un cuarto de siglo de su nacimiento son elocuentes. Según estadísticas del instituto londinense Wireless Intelligence, actualmente hay 3.300 millones de celulares funcionando. O, lo que resulta aún más impactante: el 80 por ciento de la población mundial ya tiene acceso a la red de móviles.
Es que, quizás, la mayor revolución que ha desencadenado desde 1983 hasta hoy el teléfono celular es justamente su posibilidad de bajar costos para llegar a masificarse hasta lo impensado. Desde aquellos primeros modelos de 3.500 dólares reservados para los bolsillos más pudientes se pasó en 25 años a modelos económicos que permiten llegar a las manos de cualquiera. Y las estadísticas también hablan de esto: de acuerdo a Wireless Intelligence, el 68% de los nuevos contratos de este servicio se firman en países en vías de desarrollo.
UNA TRANSFORMACION PROFUNDA
En la escuela, en el hogar, en el trabajo. En la política, entre los jóvenes, en los negocios, entre la tercera edad y en la universidad. En el campo y en la ciudad. La expansión del teléfono celular y su invasión lenta pero progresiva de todos los ámbitos ha sido tan agresiva en estos 25 años que hoy resulta difícil pensar en realizar alguna actividad de la vida cotidiana donde el móvil esté completamente ausente.
El teléfono celular ha logrado insertarse en ese lugar protagónico que había soñado Martin Cooper, el ingeniero de la empresa Motorola que diseñó el primer dispositivo de comunicación móvil.
Así se ve en miles de historias ligadas al aparatito entre la generación de jóvenes que nació junto a los primeros celulares. Como la de Fernando Rosenfeld, platense de 25 años que se reconoce, sin vueltas, un "adicto" al móvil.
Fernando, que trabaja en el ámbito de la informática, tuvo su primer teléfono celular a los 16 años y recuerda que fue un adelantado entre sus amigos. "En ese momento no era como ahora que los todos los chicos tenían uno. Eramos muy pocos. Mi viejo trabaja en el área de la telefonía y me regaló el primero. Todavía tengo guardado el equipo y cuando lo miro no lo puedo creer. En ese momento me parecía tecnología de ultraavanzada. Hoy está para el museo", cuenta.
Lo que en aquel entonces era lujo y excentricidad, hoy resulta un bastón sin el cual Fernando ni siquiera se imagina poder hacer algunas de las actividades cotidianas. "Tengo dos celulares. Uno con servicio de radio para trabajar y otro de línea común que lo tengo para cosas más sociales. Ando con los dos encima y no me resulta incómodo", explica, mientras baja la mirada y lanza su pulgar a toda velocidad sobre el teclado para escribir un mensaje de texto.
LA ADICCION AL MOVIL
Fernando, que no se despega de sus dos teléfonos y que vive pendiente de la carga y el crédito de ambos aparatos, es un producto acabado de los que ha creado la generación celular. Es que en esa misma expansión que lo hizo ser uno de los artículos más masivos del mundo, el celular también ha disparado males ligados a su uso y abuso.
Cada vez más personas alrededor del mundo están volviéndose adictas a los teléfonos móviles, una situación que dispara estrés e irritabilidad. Lo dice un estudio realizado por la Universidad de Straffordshire, Inglaterra, cuyos investigadores encontraron problemas de conducta relacionados con el uso de celulares entre 106 usuarios.
Entre los principales males, los investigadores encontraron que los usuarios mentían sobre cuánto usaban su aparato o estaban volviéndose cada vez más irritables cuando dejaban de usarlo.
Es que mientras por un lado han dado a la gente posibilidad de elección, movilidad y una forma de seguridad, por otro, los teléfonos celulares han convertido a los usuarios en una suerte de rehenes permanentemente atentos a sus pantallas. La utopía de un mundo conectado que soñaron los ingenieros estadounidenses en 1983 ha tenido su precio: el de una vida con cada vez menos refugios para estar desconectado.
El prototipo del DynaTAC fue un fracaso en las ventas, pero sirvió para cumplir una operación hasta entonces imposible: la comunicación entre dos dispositivos electrónicos inalámbricos a través de una red de telefonía móvil.
Con toda su rusticidad y su incomodidad, ese dispositivo que salió al mercado por primera vez el 13 de junio de 1983 logró revolucionar no sólo el mundo de las comunicaciones sino también la vida cotidiana de millones de personas de todos los estratos sociales hasta en el último rincón del planeta.
A 25 años de la aparición en la calle de su primera versión, el teléfono celular está incorporado hasta lo inimaginable en cualquier aspecto de la vida diaria. Hoy, no sólo permiten aquel "milagro original" de comunicar a dos personas donde quiera que estén. También permiten sacar fotos, consultar una agenda, navegar por internet, mandar y recibir mails y orientarse a través de dispositivos satelitales. Y hasta marcar status social.
Aunque nunca alcanzan para describir fenómenos de impacto tan profundo, las cifras sobre la expansión del celular en el mundo a poco de cumplirse un cuarto de siglo de su nacimiento son elocuentes. Según estadísticas del instituto londinense Wireless Intelligence, actualmente hay 3.300 millones de celulares funcionando. O, lo que resulta aún más impactante: el 80 por ciento de la población mundial ya tiene acceso a la red de móviles.
Es que, quizás, la mayor revolución que ha desencadenado desde 1983 hasta hoy el teléfono celular es justamente su posibilidad de bajar costos para llegar a masificarse hasta lo impensado. Desde aquellos primeros modelos de 3.500 dólares reservados para los bolsillos más pudientes se pasó en 25 años a modelos económicos que permiten llegar a las manos de cualquiera. Y las estadísticas también hablan de esto: de acuerdo a Wireless Intelligence, el 68% de los nuevos contratos de este servicio se firman en países en vías de desarrollo.
UNA TRANSFORMACION PROFUNDA
En la escuela, en el hogar, en el trabajo. En la política, entre los jóvenes, en los negocios, entre la tercera edad y en la universidad. En el campo y en la ciudad. La expansión del teléfono celular y su invasión lenta pero progresiva de todos los ámbitos ha sido tan agresiva en estos 25 años que hoy resulta difícil pensar en realizar alguna actividad de la vida cotidiana donde el móvil esté completamente ausente.
El teléfono celular ha logrado insertarse en ese lugar protagónico que había soñado Martin Cooper, el ingeniero de la empresa Motorola que diseñó el primer dispositivo de comunicación móvil.
Así se ve en miles de historias ligadas al aparatito entre la generación de jóvenes que nació junto a los primeros celulares. Como la de Fernando Rosenfeld, platense de 25 años que se reconoce, sin vueltas, un "adicto" al móvil.
Fernando, que trabaja en el ámbito de la informática, tuvo su primer teléfono celular a los 16 años y recuerda que fue un adelantado entre sus amigos. "En ese momento no era como ahora que los todos los chicos tenían uno. Eramos muy pocos. Mi viejo trabaja en el área de la telefonía y me regaló el primero. Todavía tengo guardado el equipo y cuando lo miro no lo puedo creer. En ese momento me parecía tecnología de ultraavanzada. Hoy está para el museo", cuenta.
Lo que en aquel entonces era lujo y excentricidad, hoy resulta un bastón sin el cual Fernando ni siquiera se imagina poder hacer algunas de las actividades cotidianas. "Tengo dos celulares. Uno con servicio de radio para trabajar y otro de línea común que lo tengo para cosas más sociales. Ando con los dos encima y no me resulta incómodo", explica, mientras baja la mirada y lanza su pulgar a toda velocidad sobre el teclado para escribir un mensaje de texto.
LA ADICCION AL MOVIL
Fernando, que no se despega de sus dos teléfonos y que vive pendiente de la carga y el crédito de ambos aparatos, es un producto acabado de los que ha creado la generación celular. Es que en esa misma expansión que lo hizo ser uno de los artículos más masivos del mundo, el celular también ha disparado males ligados a su uso y abuso.
Cada vez más personas alrededor del mundo están volviéndose adictas a los teléfonos móviles, una situación que dispara estrés e irritabilidad. Lo dice un estudio realizado por la Universidad de Straffordshire, Inglaterra, cuyos investigadores encontraron problemas de conducta relacionados con el uso de celulares entre 106 usuarios.
Entre los principales males, los investigadores encontraron que los usuarios mentían sobre cuánto usaban su aparato o estaban volviéndose cada vez más irritables cuando dejaban de usarlo.
Es que mientras por un lado han dado a la gente posibilidad de elección, movilidad y una forma de seguridad, por otro, los teléfonos celulares han convertido a los usuarios en una suerte de rehenes permanentemente atentos a sus pantallas. La utopía de un mundo conectado que soñaron los ingenieros estadounidenses en 1983 ha tenido su precio: el de una vida con cada vez menos refugios para estar desconectado.
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