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Caricia femenina para el Museo

Una restauradora, una museóloga y dos egresadas de Bellas Artes de la UNLP buscan que el edificio del Bosque platense vuelva a lucir como cuando se creó

Caricia femenina para el Museo

La museóloga Mariela Amor, la restauradora Cristina Lancellotti y la egresada de Bellas Artes Marina Gury. Junto a Doris Hernández conforman el equipo femenino que restaura el Museo

14 de Agosto de 2011 | 00:00

Clic para ampliarDesde hace tres meses un grupo de mujeres, especialistas en restauración, se encaraman a la fachada del Museo de Ciencias Naturales para ir desnudando la majestuosidad arquitectónica que el tiempo envejeció. Después de haber investigado durante un año entero, intervienen cada sector con la cautela de quien va descubriendo un frágil tesoro: "Cada obra es como un paciente y hay que evaluar cuál es su posibilidad de recuperación para que vuelva a verse como cuando se creó", afirma la restauradora Cristina Lancellotti.

En la actualidad se trabaja en el tramo recto de la fachada, y eso contempla la restauración de los revoques y cornisas, como así también de las pinturas, bustos y esmilodontes, obras del artista veneciano Victor de Pol.

Mariela Amor, arquitecta y museóloga, está al frente de la coordinación del proyecto y asegura que el hecho de que sean todas mujeres es sólo una coincidencia en la que convergieron por sus antecedentes. También la acompañan en la tarea las egresadas de Bellas Artes, Marina Gury y Doris Hernández. Con el objetivo de recuperar la armonía del edificio sin dañar los elementos originales, ellas trabajan a unos diez metros de altura.

La restauradora Cristina Lancellotti se especializó en Europa y opina que "quizás las mujeres tienen más paciencia para desarrollar la tarea". Su intervención en distintos patrimonios culturales siempre se topa con el mismo inconveniente: la "escasa" documentación que guardan los edificios acerca de sus características arquitectónicas.

"No hay registro de las intervenciones anteriores por eso ahora documentamos cada paso que damos, hacemos informes sobre los criterios utilizados. Acá encontramos que los originales tenían un rojo que se modificó en 1927, cuando se pintó de beige y, como la memoria colectiva tiene ese registro, lo respetamos. Además no tenemos las suficientes pruebas de cómo era antes de esa fecha", sostiene Lancellotti.

Según estimaron las restauradoras, hace al menos 20 años que no se intervenían las obras de la fachada del Museo, entre las que se destacan las veinticuatro pinturas que representan vasos peruanos de la cultura mochica. "Los cuadros frontales se encuentran entre las pilastras toscanas, pero ya no se les notaba el dibujo porque los habían tapado con pintura", señala Amor.

Para determinar con exactitud qué había debajo de esos murales, el año pasado se investigó documental gráfico a partir del análisis de fotografías que están en el Archivo General de la Nación y en el Instituto de Arte Americano de la Universidad de Buenos Aires.

Las representaciones de la arqueología americana alternan con los bustos que encarnan a científicos y naturalistas europeos en boga en la época fundacional a raíz de sus estudios sobre la cultura americana. A esas figuras se les retiró la pintura látex, se las llevó al color del material original y se les reintegró el material faltante.

EN BUSCA DE ORIGINALES

La meticulosa limpieza, fue precedida por la toma de muestras de los materiales que fueron remitidos al LEMIT para su análisis, procedimiento que permitió tener precisiones sobre las pinturas y los materiales utilizados originariamente. "No se puede llegar al original porque en una época se le colocaron selladores, métodos irreversibles que remover ocasionaría serios daños en las piezas", agrega la arquitecta. Días atrás las restauradoras retocaron los cuadros con pigmentos al agua para que se vean como en sus orígenes.

Marina Gury, licenciada en conservación y restauración del Patrimonio, intervino en la puesta en valor del teatro Coliseo Podestá, la basílica San Ponciano y la iglesia San Benjamín. "Ya perdí el vértigo de los primeros días, me alienta ver el producto final de nuestro esfuerzo que comenzó con la limpieza superficial que hicimos con isopos y pinceles; después retiramos las capas de pintura con solventes e isopos y por último reparamos las piezas faltantes y dimos los colores", cuenta.

EL DAÑO DE LAS PALOMAS

Para evitar los daños que ocasionan las palomas en la arquitectura del edificio, se colocarán redes casi imperceptibles a la vista y pinches, "en los días de trabajo descubrimos que las aves nos sobrevolaban todo el tiempo, los gorriones se nos acercaban a centímetros para hacer sus nidos entre las obras", sostiene Amor.

Las restauradoras saben que la degradación biológica del Bosque impactará en lo que hoy vuelve a exhibirse casi en su esplendor fundacional, pero estiman que recién se necesitará una próxima intervención en unos diez años.

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