¿A usted le gusta Favio? Yo podría contarle muchas cosas de Favio.
| 5 de Noviembre de 2012 | 00:00

“Antes muerto que vencido”
El Rulo en Soñar, Soñar (Leonardo
Favio, 1974)
Las películas de Favio tienen cosas en común. No caprichosamente sino porque demuestran la particularidades del creador de una obra artística.
Así, sus películas, por ejemplo, suelen terminar en tragedia, con la muerte del protagonista. En “Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más...” (título completo, el más largo del cine argentino, otro de los records de Favio) de 1966, nuestro protagonista, Aniceto, por el sólo hecho de tratar de recuperar un gallo, que él mismo había vendido, muere de un disparo en la espalda, al igual que en su versión ballet, Aniceto (2007).
En El Dependiente (1969), parada obligatoria para todos los cinéfilos y estudiantes de cine en Argentina, el Señor Fernández decide poner veneno en la sopa que están por tomar él y su esposa, Graciela Borges. La muerte, esta vez, quedará fuera de campo ya que la cámara se irá retirando hacia atrás como flotando sobre el barrio en un plano secuencia cinematográficamente magistral, de los más recordados en la historia del cine.
Juan Moreira, marginado, peleado tanto con el oficialismo como con la oposición es asesinado por la policía, no sin antes llevarse a unos cuantos oficiales con él. Rodolfo Bebán, en su mejor trabajo, lucha con pasión, deja todo en la cancha en la gran película de Favio de 1973.
Si uno se enamora en una película y además es un hombre lobo, lo más posible es que todo termina en tragedia. Así sucede en Nazareno Cruz y el lobo (1975) que ostenta con el record de ser la película nacional más vista en los cines con 3.500.000 espectadores. Nazareno, el lobizón, muere junto a su amada en un baile onírico bajo la música de Soleado.
Favio cuenta que en el final de Gatica, el mono (1973) tuvo que mentir, tuvo que falsear la verdad. Pero esta vez porque la realidad le ganó a la ficción. Sucede que la muerte de Gatica fue más trágica de lo que mostró Favio. Luego de que lo atropellaran un auto frenó para llevarlo al hospital pero al manchar Gatica de sangre el auto con tanta sangre, el conductor decidió dejarlo nuevamente en la calle. Favio tuvo que omitir esta escena porque la gente no lo iba a creer.
Perón, Sinfonía del sentimiento (1999), el faraónico documental de Favio, culmina con El General ascendiendo a los cielos, como volviendo de allí. Quedan atrás las controversias, las polémicas y contradicciones, y “el Jury chico” se detiene en la pura emoción.
Sólo Crónica de un niño solo (1964), su primer largometraje y Soñar, Soñar (1976) no terminan con la muerte de sus protagonistas, aunque sí en tragedia, porque terminan presos. Polín, el chico de Crónica…, vuelve a ser encerrado en el reformatorio y Monzón y Gian Franco Pagliaro, en Soñar, Soñar, terminan siendo detenidos por robo. Paradójicamente es de los finales más felices en la obra de Favio. Más allá de que estén presos, los protagonistas pueden sonreír y disfrutar un poco. Como son artistas de feria, montan su espectáculo en los pabellones con considerable éxito.
Por eso, tal vez, Favio no se nos fue del todo. Es triste, y debemos
llorar la pérdida de sus próximas películas, las películas con sello Favio que
ya no van a venir. Pero nos queda toda su obra. Como el Rulo y Charly que
no fueron vencidos porque les queda sus presentaciones como goce artístico en
la cárcel. Así, a nosotros nos queda el arte, la pasión cinematográfica en su
máxima expresión, el amor exacerbado por el cine en las películas que nunca
debemos dejar de volver a ver, las obras del mejor director de la historia del cine
argentino, Leonardo Favio.
PD: Es una buena oportunidad para dejar de escribir en este blog que tal vez nunca existió, o existió siempre. Si de todas maneras... después de Favio.. .qué?
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