Advierten que por la humedad y el calor proliferan las plagas urbanas

Son parte del ecosistema urbano desde siempre. Algunas especies habitaban la región desde antes del desembarco del hombre y sus construcciones, y se adaptaron con creces a convivir con esa “intrusión”. A medida que las ciudades crecen y su población se densifica, el impacto de las plagas es más significativo; en tiempos de calor y humedad como los que corren, su proliferación es poco menos que inevitable.

Durante la semana que pasó, vecinos de diferentes barrios platenses coincidieron en destacar la llamativa -en cantidad y tamaño- presencia de las robustas hormigas “carpinteras”, pero también de otras diminutas y voraces, en incursiones cuya virulencia excede la de años anteriores. Según los expertos, se trata de un fenómeno “estacional” habitual, potenciado en su versión 2014 por el intercalamiento en breves lapsos de lluvias intensas con jornadas de sol y calor agobiante.

Concretamente, la Organización Mundial de la Salud define como “plagas urbanas” a aquellas especies animales “implicadas en la transmisión de enfermedades infecciosas para el hombre, y en el daño o deterioro del hábitat y el bienestar humano”. En esa caracterización encajan insectos -cucarachas, mosquitos, hormigas-, mamíferos -roedores, murciélagos- y aves -palomas-, cuyo impacto no debe ser subestimado y cuyas habilidades y perseverancia para colonizar espacios pueden sorprender.

El desembarco de las hormigas “carpinteras”, que se alojan en marcos y aberturas de madera, carcomiéndolos, desvela por estos días a los vecinos de plaza Paso, parque San Martín, plaza Malvinas y plaza Alsina, entre otros. Desde 44 entre 14 y 15, Roberto Pérez señala que “se meten en todos lados; los días de tormenta están muy inquietas y se trasladan por los cables de luz y teléfono, las ramas y los postes. Se las puede echar con veneno, pero siempre vuelven”.

DESINTEGRAN LA MADERA

Clasificadas con el nombre científico de Camponotus mus, estas hormigas no son xilófagas -esto es, no se alimentan con madera- pero la van desintegrando al excavar sus nidos. María Cecilia Melo, entomóloga platense e investigadora del CONICET, explica que “el verano es su etapa reproductiva, cuando se dan las condiciones ideales de calor y humedad; al generarse superpoblación en algunas colonias, éstas tienden a dividirse para fundar nuevas y los individuos buscan salir por cualquier resquicio que encuentren”.

“Cuando llueve o se presienten tormentas se ponen particularmente inquietas” apunta la profesional: “y salen de las aberturas, techos de madera, basamentos de casas y machimbrados en los que viven para buscarles alternativas a sus nidos, ante la posibilidad de que algún anegamiento los ponga en riesgo. Por eso lo mejor es hacer prevención tapando todas las aberturas, rendijas y grietas por las que se las haya visto transitar con la aplicación de siliconados o enduidos”.

Se trate de hormigas, cucarachas o ratas, los expertos en control de plagas admiten que es mucho más efectivo evitar que lleguen a un lugar que combatirlas una vez que lo hayan colonizado. Con más de una década en el rubro, Juan Manuel Rodríguez Ceolín destaca que “nosotros podemos fumigar con muy buena efectividad, pero en materia de plagas, el 80 por ciento es prevención y sólo el 20 por ciento erradicación”.

En el caso de las Camponotus mus, asevera Rodríguez Ceolín. “el mejor consejo que se puede dar a la gente es que intente ponerles barreras físicas o químicas, para que nada de lo que conecta a la casa con el exterior -ramas, cables, pasto, hojas-, pueda servirles de puente”. Y es clave no dejar migas o restos de comida en un mantel o en el piso, o hacerlo el menor tiempo posible; esto obviamente vale tanto contra las hormigas como contra las moscas, las cucarachas y los roedores, que son realmente un gran problema”.

UNA BATALLA SIN TREGUA

Por las mismas razones que las hormigas, las cucarachas también están pasando a primer plano. En La Plata, un grupo de científicos del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE-UNLP) cree que a pesar de su casi mitológica invulnerabilidad, -fundada en su altísima capacidad para multiplicarse y su vertiginoso ritmo de adaptación-, pueden ser repelidas.

“No es necesario que una cocina esté sucia para atraer a las cucarachas” aclara la investigadora Nora Camino, coordinadora del equipo que completan María Fernanda Achinelly, Sandra González, Fernanda Zanca y Guillermo Reboredo: “ocurre que ocupan los recovecos menos pensados y se alimentan hasta del pegamento de las etiquetas de las latas de conservas. Por eso no tiene sentido limpiar una y otra vez con lavandina, por ejemplo, que no las ahuyenta y en cambio mata a agentes que las combaten. Sí es útil cubrir las rejillas, tapar las grietas y no dejar a la noche el trapo rejilla húmedo, porque beben de allí”.

Especialistas del área de Saneamiento bonaerense aclaran que “si bien el combate contra las plagas se puede librar con cebos y veneno, hay que saber cuándo, dónde y cómo ubicarlos, y existen actividades complementarias que son imprescindibles para evitar que se genere y mantenga el ambiente en que la plaga se alimenta y reproduce”.