El arrepentimiento de los padres que abandonan la familia

LOS HOMBRES QUE DEJAN LA FAMILIA SIENTEN UN GRAN ARREPENTIMIENTO. ANTES DE TOMAR LA DECISIÓN DEBEN LIBRAR UNA DURA BATALLA INTERNA ENTRE SI SE VAN O SE QUEDAN

Una de las decisiones más difíciles a las que se enfrenta un hombre es cuando siente que ha llegado el momento de comprometerse en matrimonio, y la siguiente gran decisión que debe afrontar es cuando decide abandonar el hogar que ha construido al lado de una persona a la que alguna vez amó, o tal vez aún ama. Aunque muchos son los hombres que parten de sus hogares sin contemplaciones dejando a su familia, en la mayoría de los casos libran una gran batalla interna.

Esta nota está dedicada a esos hombres que aún permanecen en casa luchando entre el deseo de irse y el dolor de partir. Se trata de una reflexión del difícil momento que deben afrontar.

MOTIVOS Y EXCUSAS

Cuando se habla de motivos en ocasiones se encuentran también excusas. Lo cierto es que todo se puede superar si existe amor. Dejemos de lado los motivos que llevan a un hombre a tomar la decisión de abandonar a su familia, que entre otros pueden ser otra ilusión, la monotonía, probablemente siente que el amor por su pareja ya no es el mismo, la incompatibilidad, las peleas constantes, la falta de perdón, y otros tantos. Los motivos son tan infinitos como hombres pueden existir. Hay que detenerse un instante y analizar si esa barrera o ese obstáculo es más fuerte que lo que se ha construido al lado de la pareja y de los hijos que lo aman y lo necesitan.

Siempre es importante recordar la famosa promesa: “en los buenos momentos y en los malos también”. Hay que comprender que estar en pareja o estar casado, y también los hijos, no son desechables. Son para toda la vida y aunque la decisión sea partir, ellos y la historia de vida que construyeron siempre lo acompañarán.

CON SINCERIDAD

Hay varias historias en las que las mujeres padecen una incertidumbre constante, ante la inseguridad que les genera la posibilidad de un divorcio. Los hombres por su misma naturaleza tienden a ser introspectivos, no expresan con facilidad sus sentimientos, ni exteriorizan fácilmente sus pensamientos. Las mujeres pueden tildarlos de egoístas, pero no siempre es egoísmo.

El hombre debe comprender lo difícil que resulta para su esposa descifrarlo, comprender qué le sucede. Si se encuentra en este punto deben esclarecerse al máximo las ideas, pensamientos, sentimientos y expresarlos porque ella lo comprenderá. No hay que dejar a la mujer en ese mar de miedo y frustración. Se le debe explicar el momento de indecisión y confusión en el que se encuentra.

Quizás ella no solo lo comprenda, sino que también pueda ayudarlo.

Si necesita un tiempo para esclarecer la mente y los sentimientos, puede tomárselo, pero hay que ser consecuente con lo que reclama. Es un tiempo para reflexionar, para analizar, para comprender esos sentimientos. Si dado el caso el hombre está involucrado en una relación paralela a su matrimonio, conviene que se distancie también de esa relación para que pueda ser más objetivo a la hora de tomar decisiones. Si la decisión ya está tomada y cree que no hay marcha atrás es importante tener claro que amar es una decisión, y es que un matrimonio o una relación no puede estar ligado únicamente al deseo y a la pasión. A medida que pasa el tiempo estos sentimientos se desgastan, pero es posible recuperarlos. Hay que recordar eso que algún día sintió y así se verá cómo ese recuerdo podrá ser clave porque se podrá volver a sentirlo si se esfuerza, si se decide hacerlo.

MAS QUE UNA CASA

No se trata de una mudanza, se trata de dejar atrás sueños, anhelos, ilusiones y esperanzas, pero especialmente a la esposa y a los hijos. Estos últimos han sido su creación y lo necesitan para crecer. El padre es el ejemplo y modelo a seguir, por eso muchos hombres que abandonan su hogar luego no pueden superar la indiferencia con que lo tratan sus hijos, pero tan solo cosechan lo que han sembrado.

Hay cosas que ya están construidas, pero también es cierto que se necesita seguir construyendo día a día. Es como si alguien se dedica con esfuerzo por años a construir un barco y cuando está listo para navegar, se lo deja a la deriva. Siempre hay motivos para irse, pero hay muchos más para quedarse. Es cuestión de encontrarlos.